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Mostrando las entradas de diciembre, 2013

El FUT, ¿es individual o colectivo?

El hecho de que nuestro sistema tributario sea tan alambicado (quien lo diseñó se esmeró, al parecer, en violar con alevosía el principio de sencillez), trae aparejada una innegable dificultad para entenderlo. No es cosa de llegar y deambular por sus intrincados vericuetos. Para hacerlo con propiedad, es indispensable tener los conceptos muy claros y, por cierto, hacer también uso del sentido común (que, como dijo alguien por ahí, es el menos común de los sentidos). Lo anterior es plenamente aplicable a la interrogante que origina este artículo: en una sociedad comercial cualquiera, ¿quién es el propietario del FUT? Y, por consiguiente, ¿quién posee el derecho de usarlo en su declaración individual de impuesto a la renta? Las alternativas , como resulta evidente, son sólo dos: o pertenece a cada socio por separado, lo que significa que éstos pueden usarlo sólo en la proporción que les corresponde, o es un bien común, de propiedad colectiva, lo que faculta a cualquiera de ellos

El coeficiente de Gini

Usted, estimado lector, está familiarizado con el ingreso per cápita y el porcentaje de cesantía. Escucha hablar de ellos con mucha frecuencia. A cada rato, en realidad. Majaderamente, las autoridades económicas, miembros de la Alianza y el mismo Presidente nos repiten, como machacadora industrial, que esos índices ―las omnipresentes “cifras macroeconómicas”― son la prueba fehaciente de que Chile transita por el camino correcto, y de que, incluso, lo hace muy cerca del pináculo: la ansiada condición de “país desarrollado”. Los promedios, es algo archisabido, son muy engañosos. En verdad, pueden dar para cualquier cosa. La clásica cita de George Bernard Shaw, “la estadística es una ciencia que demuestra que si mi vecino tiene dos coches y yo ninguno, ambos tenemos uno”, ilustra el punto con meridiana claridad. Un país de un millón de habitantes donde uno recibe 30 mil millones de dólares anuales y los demás cero, tiene un Ingreso per cápita de USD 30.000, cifra que, según el criter

¿Elusión o evasión?

Como todo el mundo sabe (en la totalidad de los programas presidenciales de los candidatos a la primera vuelta el punto es mencionado) en Chile se elude, y también se evade, el pago de impuestos. Quienes pontifican en la materia en nuestro país, señalan que hay una diferencia fundamental, al menos teóricamente, entre ambas prácticas: mientras al eludir se actúa dentro de la legalidad (generalmente al límite de ella), aprovechando los numerosos vericuetos que, en legislaciones tan intrincadas como la nuestra, existen para tal efecto, al evadir se incurre derechamente en actos dolosos, sancionados como tales (no sé si suficientemente) en nuestro código tributario. Evadir es, según esa premisa, un delito, y quien evade es un delincuente. Eludir sería, en cambio, una práctica astuta, ladina, sagaz, y quien incurre en ella es un tipo listo y avispado, una especie de lince que es capaz de defenderse ventajosamente de la rapiña del Estado. Mientras el primero debería recibir el repud

La paradoja de la derecha

Chile habló, y lo hizo de manera tajante. Con poco más de un 41% de participación (la altísima abstención es un fenómeno que habrá, qué duda cabe, que analizar en serio en los próximos meses), decidió por una amplia mayoría que Michelle Bachelet  tome el timón de este enorme buque llamado Chile, y lo guíe hacia un futuro mejor. Las cifras son conocidas y categóricas: en cuatro años, la Alianza pasó de la gloria a la debacle. Piñera obtuvo 3.563.050 sufragios, con un 51,6% de la votación. Matthei, sólo 2.109.360, con un 37,8%. En cuatro años, la Alianza perdió 1.450.000 votos y un 13,8% del favor ciudadano. Si a eso agregamos el resultado de la elección parlamentaria, el escenario es desolador para la derecha. La pregunta, entonces, se instala con la fuerza de un bloque de concreto que cae desde las alturas: ¿por qué, pese a la buena gestión de Piñera (reconocida hasta por sus adversarios), la ciudadanía le mostró la tarjeta roja a la coalición que lo secundó y la envió, inapel

¿Por qué fue masacrada la derecha chilena?

Digámoslo con todas sus letras: fue una masacre. Las cifras son implacables: Michelle Bachelet obtuvo 24 puntos porcentuales y 1,35 millones de votos más que Evelyn Matthei en esta segunda vuelta. Si a eso le sumamos el resultado de la elección parlamentaria, la situación es deplorable para la derecha; casi, diría yo, pavorosa. Los analistas de uno y otro sector, y también algunos que se precian de ser independientes, se han esmerado en lanzar al ruedo nutridas teorías acerca de las causas de tan “morrocotudo” suceso político. Sin embargo, hay un paso previo que la mayoría ha descuidado: ¿qué fue lo que ocurrió realmente? ¿Fue Michelle Bachelet quien, como luminosa adalid y magnífica estratega, condujo a sus huestes hacia la victoria? ¿O fue Evelyn Matthei quien, a causa de sus desaciertos, condujo a las suyas a la derrota? Hay, incluso, una tercera alternativa: que ninguna de las dos opciones anteriores sea la correcta, y que sean factores que podríamos llamar “ambientales” los

El apartheid nuestro de cada día

Llegó el esperado desenlace y no hubo sorpresas. Michelle Bachelet se impuso con claridad y contundencia a Evelyn Matthei, y asumirá, si todo funciona como está previsto, por segunda vez la Presidencia el próximo mes de marzo. ¿A qué país llega Michelle? ¿Cuál es el escenario donde deberá, por los próximos cuatro años, desempeñar la primera magistratura? ¿Es ―como plantearon durante toda la campaña la candidata perdedora, su comando y el conglomerado político que la respalda―, una nación pujante, vigorosa, donde quienes dan su mejor esfuerzo reciben, como corresponde, su justa retribución? ¿Es un país donde los ciudadanos tienen las mismas opciones de alcanzar sus objetivos en la vida? ¿Se trata de un lugar donde todos reciben un trato igualitario; donde no hay prerrogativas para grupos minoritarios? Lamentablemente, no. La triste realidad, estimado lector, es que ella llega a presidir un país que practica el apartheid. El apartheid ―ese aberrante sistema de segregación (e

El apartheid

Tras leer, con algo de sorpresa, un pretendidamente irónico artículo de un joven extremista ideológico, me pareció conveniente desempolvar un antiguo documento que transcribo en forma textual. Corresponde a una reunión de cierto jerarca, Don Pino, con dos de sus asesores. Por la seguridad de éstos, se han protegido sus identidades. El original de la grabación está a buen recaudo en la Biblioteca de la Infamia. Don Pino: Debemos hacer algo definitivo con estos comunistas. Matarlos a todos, como plantea el Mamo, no es una alternativa, porque se nos vienen encima esos imbéciles de los derechos humanos. Asesor 1: La solución es simple, Adorado Líder. Copiemos lo que se hace en Sudáfrica. Don Pino: ¿Efectuar safaris, dices? Sería entretenido, pero ahí sí que nos masacrarían. Asesor 1: No, Adalid Supremo; me refiero a instaurar el apartheid. Asesor 2: Compartiendo la idea, me permitiré hacer de abogado del diablo: hay una persecución masiva en contra de la heroica nación