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Mostrando las entradas de 2014

Acerca de la equidad, la libertad, el progreso y los equilibrios

Los equilibrios son importantes, qué duda cabe. Algunos son, de hecho, indispensables, como por ejemplo el que debe existir entre la vida familiar y la actividad laboral. Resulta evidente que si privilegiamos en exceso a una de ellas, necesariamente la otra se resiente. Equilibrar tiene que ver, entonces, con asignar las dosis adecuadas a factores de alguna manera antagónicos, competitivos, cuya optimización particular requerirá, de manera obligatoria, de un desmedro de los restantes. ¿Están la equidad, la libertad y el progreso en semejante disyuntiva? Si se desea mejorar alguno de ellos, ¿inevitablemente debe hacerse a costa de los otros dos? No. De ninguna manera. Por el contrario, en una sociedad democrática (como pretende ser la nuestra) es indispensable perseguir la optimización de cada uno de ellos. ¿Por qué? Pues, porque son complementarios, están indisolublemente ligados, ya que los tres son prerrequisitos imprescindibles para lograr el objetivo final de toda

El reajuste parlamentario: ¿la gota que rebalsó el vaso?

¿Cuál es la razón por la que el recién aprobado aumento de las remuneraciones del sector público generó tanta polémica? Parece simple, ¿verdad? La gente percibe que los parlamentarios están sobrepagados y que, por ello, el reajuste no se justifica. Menos aún si el monto de éste es más del doble de un sueldo mínimo. Pero, ¿están realmente sobrepagados? Para averiguarlo, lo invito a conocer cómo se gestó el actual valor de la dieta. No siempre las dietas parlamentarias fueron tan jugosas. De hecho, a fines del año 2002 ascendían, incluido el 3% de reajuste del sector público que se otorgó en diciembre de dicho año, a $ 2.056.360 brutos, valor equivalente a 18,5 veces el sueldo mínimo de la época ($ 111.200). Si se hubiesen mantenido en dicho valor, considerando los reajustes anuales otorgados a los funcionarios fiscales, a la fecha ganarían $ 3.585.615, monto que equivale a 15,9 veces el actual sueldo mínimo ($ 225.000). En tales circunstancias, el monto del reajuste (6%

¿Por qué le va mal al Gobierno en las encuestas?

Es la pregunta de moda, la que todos tratan de responder por estos días: ¿cuál es la causa de que en tan sólo ocho meses la Presidenta haya perdido parte importante de su apoyo inicial y se encuentre, como dicen algunos con evidente complacencia, en caída libre? Los analistas no se han puesto de acuerdo al respecto. Hay como una bruma que impide ver el escenario con la claridad que se requiere para efectuar un diagnóstico certero. Mientras unos hablan de malas ideas o cuestionan los proyectos derivados de éstas, otros apuntan directamente a los ejecutantes. Problemas de relato, poderes fácticos y campañas del terror también han saltado a la palestra como posibles culpables. Todos los opinantes, sin embargo, coinciden en que hay una caída. Pero, ¿es tan así? Si usted hace sólo un poco de memoria, menos de un año hacia atrás, recordará las cifras del último censo político que se efectuó en nuestra larga y angosta faja (una elección presidencial es, en la práctica, un censo).  Se

Asesoría urgente se requiere. Tratar en La Moneda

Para contradecir a Evelyn Matthei, que arremetió el fin de semana corvo en ristre tocando a degüello, no le basta al Gobierno con hablar de amargura, rabia y rencor. Es muy posible que esos sentimientos tan negativos estén anclados en el corazón de la ex senadora como consecuencia de su fallida aventura presidencial, pero sus destinatarios principales no deberían ser los actuales ocupantes de La Moneda, sino más bien algunos de sus propios compañeros de coalición (como sabemos, recibió “fuego amigo” nutrido y a mansalva durante toda la campaña). Tampoco le es suficiente con referirse al gigantesco tejado de vidrio de la opinante. Es cierto que ella representó a los sectores que implantaron el modelo económico causante de la bárbara desigualdad que nos aqueja. No lo es menos, que entre sus partidarios figuran quienes plantean que ésta última no es un problema y que nuestro actual sistema educacional es “la gallina de los huevos de oro”. Y es efectivo también que algunos de sus

La roja de todos y la inequidad

Si omitimos la forma en que se resolvió, el conflicto provocado por la repartición de los premios obtenidos por nuestra selección en la recientes clasificatorias al mundial de Brasil, es un inmejorable ejemplo acerca de cómo se funciona este feo asunto de la inequidad. Se lo explico. Partamos reconociendo que la clasificación fue consecuencia de un esfuerzo colectivo. Cada uno de los convocados, cual más cual menos, efectuó su aporte. Lo justo, entonces, era que todos participaran de los beneficios que ella generó. No fue así en principio, sin embargo. En la repartición preliminar, vigente hasta ayer, muchos (un 67% dicen por ahí) fueron excluidos. ¿Por qué? No existe una razón valedera. No había un mecanismo formal de distribución establecido de antemano, como parece razonable, de manera que ello quedó a criterio de quienes se vieron beneficiados por la medida. Y ellos aprovecharon esta circunstancia y decidieron. En palabras simples, tenían el poder en sus manos y lo

La reforma educacional de Michelle Bachelet

Para nuestra desgracia, algo funciona mal en la sede de gobierno. La Nueva Mayoría no está haciendo bien sus tareas y, por ende, está comenzando a defraudar las expectativas que un porcentaje muy alto de la ciudadanía depositó en ella (en realidad las depositó sobre los hombros de Michelle Bachelet, pero ella no puede satisfacerlas sin el apoyo de su coalición). UN MAL COMIENZO El primer baldazo de agua gélida llegó con la reforma tributaria: un pésimo proyecto, inequitativo, engorroso, complejo, conceptualmente equivocado, que no corrige los graves defectos del sistema que lo precedió y que, además, sufrió vergonzosos ajustes (en la forma de inaceptables privilegios que favorecen principalmente a los sectores más acomodados) en la cocina de Zaldívar. Había que reformar el infame sistema instaurado allá por los 80, es cierto, pero no de esa indecorosa manera. ¡Qué gran oportunidad perdida! ¡Qué tremenda farra! Todavía tengo la duda de si Michelle Bachelet realmente cree (creen

¿Es la desigualdad un problema?

De seguro usted pensará que estoy preguntando tonteras, ¿verdad? Déjeme decirle, sin embargo, que hay sectores en nuestra sociedad ―los que agrupan a los partidarios del modelo neoliberal vigente y algunos otros― que consideran que no lo es; que dicho flagelo es una característica intrínseca de las sociedades humanas imposible de extirpar y que, por dicha razón, hay que aprender a vivir con él (sin perjuicio de que, mediante subsidios, se intente mitigarlo). El argumento principal que esgrimen quienes sostienen esta tesis, es que somos naturalmente desiguales; que nuestros genes nos hacen diferentes desde la misma cuna; y que la única forma de compensar en algo tal condición es, en el largo plazo, por medio de la educación. La desigualdad no es el problema, arguyen, sino la cancha dispareja. En este mundo competitivo al que nos enfrentamos desde nuestra infancia, dicen, lo adecuado sería nivelar las oportunidades; que todos tuviésemos la misma posibilidad de llegar a ser profes