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Mostrando las entradas de abril, 2014

Una mala reforma tributaria

Antes de partir, permítame dejarle claro, por si hiciera alguna falta, que no pertenezco al 1% más acomodado del país. Tampoco formo parte de ningún grupo económico ni milito en partido político alguno. Mi crítica, por consiguiente, no está teñida por prejuicios, ni marcada por intereses individuales o grupales. Aclarado el tema de mi independencia, lo invito a conocer mi dictamen: es cierto que  necesitamos una reforma tributaria de manera urgente, porque el sistema tributario actual es demasiado injusto e inequitativo, y porque se requieren ingentes recursos para abordar todas las reformas sociales que ya no pueden seguirse postergando. Sin embargo,   la que pretende imponernos Michelle Bachelet, con la irresponsable complicidad del Parlamento, es una muy mala reforma; un mamotreto indigno del nivel de estudios y experiencia de sus autores. ¿Por qué? Lo explico a continuación. El concepto de “bueno” o “malo”, como es bien sabido, es relativo. Una obra humana no es buena

Cuentos infantiles: mi carta respuesta a Luis Larraín

Cuando son mal relatados, cuando adolecen de errores manifiestos en su trama, los cuentos infantiles confunden e inducen a error a los indefensos infantes. Es el caso del narrado por el cuentista Luis Larraín. La historia original ni siquiera se parece a la que él publicó, por lo que es indispensable hacerle algunas precisiones. Lo primero, son las proporciones: en ese bello país había unos pocos que eran muy ricos, cierto; los de ingresos medios eran más numerosos, cierto también; pero los pobres no eran “un grupo menos numeroso”, como relata el cuentista, sino la inmensa, la enorme, la descomunal mayoría. Lo segundo, es que los muy ricos no guardaban sus ahorros en unas cuevas llamadas FUT, sino en unas extrañas construcciones llamadas “empresas”. Allí mantenían parte sustancial de sus riquezas, las que usaban, entre otros fines, para prestarlas a los comerciantes, artesanos y labriegos. Hay que precisarle al cuentista, sin embargo, que las prestaban cobrando unos intere

El inmoral "sistema integrado" de impuesto a la renta

El “sistema integrado” de impuesto a la renta es una sinvergüenzura de marca mayor. Para comprobárselo, estimado lector, lo invito a que abandone transitoriamente su papel de mero espectador de la contienda político-económica, y procure situarse en lo que realmente es: uno de los 17 y tantos millones (por las razones que todos sabemos, la cifra no está del todo clara) de socios (y, en consecuencia, propietarios) de este emprendimiento llamado Chile. Desde dicha perspectiva, notará usted que el Estado, su Estado, es un gigantesco proveedor de servicios. Tal como lo son, por ejemplo, los bancos, las empresas de servicios sanitarios, las eléctricas, las de telefonía, cable, internet y un largo etcétera, pero de un tamaño mucho mayor. ¿Qué servicios provee? La lista es larga, pero anotemos algunos a modo de ejemplo. El Estado abastece a todos quienes formamos parte de la sociedad (personas y organizaciones), de bienes públicos indispensables para el adecuado desarrollo de nuestras

Las inmorales dietas parlamentarias

Es difícil estar en desacuerdo con la moción presentada por diez diputados el jueves de la semana pasada, con el propósito de quitarle el rango constitucional a la determinación de las dietas parlamentarias. Cuesta, en verdad, encontrar aunque sea un argumento, con un mínimo grado de solidez, que sustente la situación actual. Ni siquiera la intención de impedir que los parlamentarios legislen en su propio beneficio es plausible, pues ya existe contundente evidencia empírica (¿se acuerda del caso MOP Gate?) de que les basta con hallar una excusa, por inmoral que ella sea, para ponerse de acuerdo y mejorar de manera contundente sus emolumentos. Pero no sólo la moción es pertinente. También lo es, y mucho más de hecho, enfrentar la causa que le dio origen: la evidente (y descarada, habría que decir) desproporción que guarda la dieta parlamentaria actual, no sólo con la realidad chilena, sino con la de todos los países que nos pueden servir de referencia. La escandalosa evidencia

¿Cómo corregimos la propuesta de reforma tributaria?

Han pasado casi dos semanas desde su estreno en sociedad, y ya hay suficiente evidencia como para emitir un juicio más acabado acerca de ella. Me refiero, por supuesto, a la propuesta de reforma tributaria de Michelle Bachelet. Es, qué duda cabe, una mala propuesta. Permítame, a continuación, exponerle las razones: El sistema propuesto es groseramente inequitativo ; favorece absolutamente a las rentas del capital frente a las del trabajo; permite que las empresas consuman servicios públicos a destajo sin pagar por ellos; rebaja la tasa tope del impuesto único y del global complementario con el propósito de que quienes tienen más ingresos tributen menos de lo que les corresponde (¿se le ocurre a usted alguna otra razón para bajar las tasas tope?); perjudica a la gran masa trabajadora que cotiza en las AFPs, al impedirles acceder a los mismos beneficios tributarios de los que sí disfrutan los restantes empresarios; perjudica a aquellos matrimonios donde uno de los cónyuges opta

La excesiva desigualdad: ¿un problema genético?

Podríamos asegurar, sin temor a equivocarnos, que la esclavitud es la forma más extrema de desigualdad que han puesto en práctica las sociedades humanas a lo largo de la historia. En ese abyecto sistema socioeconómico (porque eso era: un sistema socioeconómico) un grupo acumulaba tanto poder, que era capaz de sojuzgar a otro al extremo de vulnerar todos sus derechos, incluido el de la vida. Los esclavos dejaban de ser seres humanos y se transformaban en mercancías, en meros inventarios. Pasaban a formar parte de los activos de las empresas. En los campos algodoneros del sur de los Estados Unidos, antes de la guerra de la Secesión, una parte muy importante de los patrimonios de los productores de algodón estaba conformada por sus esclavos. Eran un bien transable: tenían precio y había, desde luego, un bullente mercado donde comercializarlos. ¿Cuáles eran los fundamentos en que se basaban tales sistemas? La supuesta “superioridad genética” era uno de las más recurrentes. Se sost