Mi respuesta a Axel Kaiser

En su última columna de El Mercurio, Axel Kaiser arremete con una arriesgada afirmación: califica al modelo neoliberal vigente de “exitoso”.

Siendo serios (alguna vez escuché por ahí que vivimos en un país serio, donde las instituciones funcionan), tal apreciación no puede esgrimirse sin una evaluación que la respalde. Dado que existe el riesgo de que se trate sólo de un juicio subjetivo del columnista, necesitamos pruebas, antecedentes concretos, para refrendarlo. Si no, sería chacota: cualquiera podría asegurar lo que quisiera sin necesidad de comprobarlo.

Y como Axel plantea con tanta autoridad su punto de vista, asumo, en consecuencia, que ha tenido acceso a alguna, y que ella es positiva para el modelo vigente.

Si es así, hay que reconocer que Axel es un hombre afortunado. Un rara avis. Un privilegiado. De hecho no conozco a otra persona que pueda jactarse de tal logro. Porque, hasta donde sé, no existen evaluaciones independientes, no sesgadas, no panfletarias, del modelo vigente. Menos todavía, alguna que lo califique de exitoso.

Usted puede hacer el ejercicio de buscar en los documentos públicos, en las webs oficiales, incluso en las bases de datos concertacionistas, y perderá su tiempo. Si intenta hallar las que deberían haberse hecho en los gobiernos de Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet, también. No existen. Si explora la red, no correrá mejor suerte. Sólo estudios sesgados de LyD, intentando fundar lo infundado y explicar lo inexplicable, y un libro de su director que pretende defender al modelo de la avalancha de críticas que ha recibido en los últimos años. ¿Tendrá Axel algo mejor que eso?

Si es así, como hombre responsable, estará dispuesto a publicarlo, para que todos podamos escudriñar los datos que corroboran, según él, su atrevida afirmación.

Lo emplazo públicamente, pues, a que lo haga. Que no nos deje en ascuas. Que nos entregue esos datos tan decidores que sólo él maneja.

Porque los que yo tengo, confirman exactamente lo contrario: no sólo el modelo no es exitoso, sino que es un completo fracaso; y urge, por ello, cambiarlo a la mayor brevedad posible.

Veamos las cifras:

Tras 40 años de vigencia del modelo, nuestro ingreso per cápita (US$ 14.280) no llega ni a la mitad del de un país desarrollado (US$ 30.000). El incremento que registró dicho indicador durante ese período, 8,88 veces, nos sitúa apenas en el lugar 36 de la estadística correspondiente. Vale decir, 35 países tuvieron un incremento superior al nuestro. Si en 1974 Chile ocupaba el lugar 37 del mundo en la estadística correspondiente, en 2012, ocupa el 47. Vale decir, bajó 10 lugares.

Durante dicho lapso, hemos mantenido una de las quince peores distribuciones de ingreso del mundo. En educación, vivienda y en todas las restantes áreas, el modelo se ha encargado de crear dos mundos diferentes separados por un verdadero abismo: uno para el 10% más acaudalado y otro para el resto del país. No se ve remedio cercano para este verdadero estigma.

En industrialización y diversificación no estamos mejor. Hace décadas que no se crean en Chile industrias de alta tecnología que no sean extractivas. Las materias primas representan del orden de un 90% de nuestras exportaciones.

¿Es éste un modelo exitoso? ¿Con esos resultados? No me parece.

Esperaré las cifras de Axel Kaiser. Si las exhibe, las revisaré y le daré el crédito correspondiente. Si no lo hace, ya sea porque no las tiene o no confía en ellas, espero que no siga aprovechando su tribuna para propalar falsedades o para defender lo indefendible. Sólo si reconocemos nuestras falencias, podemos progresar.

Siempre y cuando actuemos de buena fe, claro.

Sergio Fernández Figueroa
Ingeniero Comercial


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