El retorno del FUT
Si
hubiera que filmar una película acerca de las vicisitudes del FUT, habría que
conseguir la participación de algún duro de la pantalla. Bruce Willis y Jason
Statham podrían servir, pues ambos han interpretado personajes capaces de
sobrevivir a las situaciones más extremas casi sin despeinarse. Tal como el FUT.
Sin embargo, creo que no aceptarían el papel pues siempre interpretan al héroe,
al chico bueno, y el FUT es todo lo contrario: es el malo de la película.
Tal
vez los actores que interpretan a “la Montaña”, en The game of thrones, o a
Voldemort, en la saga de Harry Potter, servirían. Haga uno lo que haga, someterlos
a la magia o incluso envenenarlos y acuchillarlos salvajemente, los personajes
sobreviven. Maltrechos y todo, pero sobreviven. Y son enfermos de malos,
¿verdad?
El
momento para emprender un proyecto fílmico como éste, es el adecuado. El Gobierno,
por medio de su propuesta de reforma tributaria, intentó liquidar al malvado
ente, lamentablemente sin éxito. La espesa maraña de la nueva normativa le
brindaba muchas posibilidades de refugio por lo que, aunque debilitado, seguía
vivo. Y, como todos los malos, permanecía al acecho, a la espera de una
oportunidad propicia para regresar en gloria y majestad.
Para
su fortuna, ésta acaba de producirse. Los cambios introducidos al proyecto del
Gobierno por la Comisión de Hacienda del Senado, le han insuflado nueva vida.
Si, por esas cosas de la política, el proyecto se aprobara con dichas
modificaciones, tendríamos al FUT de vuelta en todo su esplendor, con todo su
potencial destructivo (en el ámbito de la inequidad) casi intacto. Como un
“Duro de matar” cualquiera.
Permítame
exponerle en detalle el guión de esta obra maestra del suspenso tributario.
Partamos
explicando cómo funciona hoy el FUT. Las empresas le pagan al Fisco el impuesto
de primera categoría, actualmente un 20% sobre sus utilidades netas. Como dicho
impuesto no es de beneficio fiscal, sino un anticipo a cuenta de los impuestos
personales de los empresarios, es necesario crear un registro donde se
establezca dicha situación. Ahí aparece el FUT, que cumple exactamente dicha
función. Entonces, si una empresa A tiene una utilidad de $ 100 millones, el
impuesto pagado, $ 20 millones, se anotará en ese registro, al igual que la
utilidad que le dio origen. Los impuestos personales, en el sistema actual, se
pagan sólo sobre los retiros, por lo que si el dueño de la empresa (supongamos
que existe sólo uno) retira $ 24 millones y no tiene otros ingresos, deberá
pagar, según la tabla vigente, $ 1.068.681 por dicho concepto. Como el retiro
efectuado representó un 24% de la utilidad, el empresario tiene derecho a igual
porcentaje sobre el crédito generado por el impuesto de primera categoría
pagado por su empresa. Dicho crédito asciende, entonces, a $ 4.800.000 (24% de
$ 20 millones). En este caso particular, entonces, dado que el crédito es mayor
que el global complementario a pagar, la diferencia se le devuelve al
empresario. Éste recibe, por ello, $ 3.731.319 de devolución.
¿Cómo
queda el FUT, entonces? Se habían registrado $ 100 millones de utilidad y $ 20
millones de impuesto pagado (que, ya dijimos, es un crédito para los impuestos
personales). Como se usaron $ 24 millones (retiros) y $ 4,8 millones (créditos)
respectivamente, quedan en dicho registro, para ser usados en el período
siguiente, $ 76 millones de utilidad y $ 15,2 millones de crédito. ¿Capisci?
Ahora
bien, dado que los impuestos de primera categoría son sólo anticipos de los
impuestos personales de los empresarios, correspondería que, una vez pagados
estos últimos, le fuera devuelto al empresario todo el saldo no ocupado. Sería
lo razonable, reembolsar los anticipos no utilizados, en este caso $ 15,2
millones. Sin embargo, por razones financieras ello no es posible. Si el Fisco los
devolviera todos, se quedaría sin caja, y no podría enfrentar los gastos a los que
está obligado por la ley de presupuestos. Para solucionar este problema, en
consecuencia, la solución que se ideó fue no devolver los anticipos no usados,
y mantenerlos en poder del Fisco para poder gastarlos. Tal es el origen del FUT
histórico. En él quedan registrados, para futuros ejercicios, los anticipos de
impuestos efectuados, no usados y no devueltos.
¿Qué
ocurriría al año siguiente? Supongamos que las cifras se repitieran. Tendríamos
otra vez la misma utilidad, $ 100 millones, el mismo impuesto de primera
categoría, $ 20 millones, los mismos retiros, $ 24 millones, el mismo global
complementario, $ 1,07 millones, y la misma devolución, $ 3,73 millones. El
registro FUT, en consecuencia, ahora mostraría las utilidades no retiradas de
los dos años, $ 152 millones más reajustes, y los créditos aún no usados por el
mismo periodo, $ 30,4 millones más reajustes. Y así sucesivamente. Tal es el
origen del FUT acumulado. En los 30 años de vigencia de tan curioso sistema, se
han juntado cerca de USD 300 mil millones de utilidades no retiradas (al menos
en el papel) y USD 60 mil millones de créditos no usados por los empresarios en
sus declaraciones personales de rentas.
¿Cómo
era afectada esta situación con la propuesta de reforma tributaria del
Gobierno? Dicha propuesta, al establecer la tributación según “renta atribuida”,
impedía, efectivamente, que el FUT siguiera acumulándose. También, en muchos
casos, conseguía que el FUT histórico a la larga se extinguiera. No obstante,
no eliminaba el registro, ya que éste es obligado en un sistema integrado, y
tampoco el FUT histórico de un gran número de empresas. El FUT, entonces, no
seguía creciendo; de hecho, disminuía, pero un porcentaje de él seguía
existiendo por los siglos de los siglos.
Veamos
qué ocurre con la propuesta del Gobierno en nuestro ejemplo hipotético. Con la
misma utilidad y los mismos retiros, el impuesto de primera categoría
ascendería a $ 25 millones (tasa de 25%). El global complementario se
calcularía sobre la utilidad total ($ 100 millones) y sería, con el nuevo tope
(35%), de $ 23.296.805, y como es menor al crédito disponible ($ 25 millones),
correspondería una devolución de $ 1.703.195. El FUT histórico no sería tocado
y se mantendría tal como estaba al comienzo, con los mismos montos acumulados
más su correspondiente reajuste. De hecho, el FUT histórico se mantendrá
incólume mientras el impuesto de primera categoría sea mayor que el global
complementario. Es por esta razón que la propuesta del gobierno NO termina con
el FUT, sino con sólo una parte de él, que es la que le corresponde a aquellos
casos donde el global complementario es mayor que el impuesto de primera
categoría.
Por
cierto, dado que el sistema integrado requiere que el impuesto pagado por la
empresa se registre para luego compararlo con los impuestos personales de los
empresarios, el registro FUT, que es donde se efectúa dicha anotación, seguirá
existiendo sea cual sea el nombre que le pongan.
Veamos
ahora qué ocurre con los cambios introducidos por la Comisión de Hacienda del
Senado, usando para ello el mismo ejemplo hipotético.
El
impuesto de primera categoría ascendería a $ 27 millones (27%). El global
complementario, por su parte, calculado sobre los $ 24 millones ―los senadores
aprovecharon la oportunidad para dejar a firme la rebaja de la tasa tope desde
un 40% a un 35%, aunque en este caso no afecta―, totalizaría $ 1.068.681. Dado
que se puede hacer uso sólo de un 65% del impuesto de primera categoría como
crédito, el monto de éste sería de $ 4.212.000 (27%*65%*24.000.000), lo que
generaría una devolución de $ 3.143.319.
¿Cómo
quedaría el FUT después de esto? El registro histórico mostraba, le recuerdo, $
152 millones más reajustes de utilidades no retiradas, y $ 30,4 millones más
reajustes de créditos no usados, a los que habría que agregar $ 76 millones más
de utilidades no retiradas, y $ 13.338.000 de créditos no usados (27%*65%*76
millones). El FUT crecería entonces, y no se cumpliría lo que aseguraron los
senadores de la Comisión de Hacienda (dijeron, le recuerdo, que el FUT se
terminaba). Llegamos entonces al
callejón sin salida, al punto culminante de esta apasionante historia
tributaria. Porque, ¿cómo se evita que el FUT siga creciendo? ¿Cómo se impide
que se siga acumulando? ¿Cómo se consigue ponerle fin? Hay una sola posibilidad
de que ello ocurra, y es devolverle al empresario el crédito no utilizado, esto
es, los $ 13.338.000 del ejemplo.
Esta
sanguinaria acción evita, estoy de acuerdo, el crecimiento del FUT. El FUT
histórico sigue existiendo, pero no hay nuevos aumentos. Sin embargo, se
produce un terremoto grado 15 con la recaudación fiscal. Compare, si tiene
dudas, los montos recaudados por el Fisco, para este ejemplo, con cada uno de
los sistemas analizados. Se muestran en la tabla siguiente (en $):
ÍTEM
|
SISTEMA ACTUAL
|
PROPUESTA DEL GOBIERNO
|
PROPUESTA DE LA COMISIÓN DE HACIENDA DEL SENADO
|
Impuesto de primera categoría
Devoluciones
Devolución de
anticipos no usados
Saldo en poder del
Fisco (1)
|
20.000.000
3.731.319
0
16.268.681
|
25.000.000
1.703.195
0
23.296.805
|
27.000.000
3.143.319
13.338.000
10.518.681
|
Las
cifras no mienten. La versión sin FUT de la propuesta de la Comisión de
Hacienda del Senado recauda, en este ejemplo, $ 4.750.000 menos que el sistema
actual, y $ 14.481.319 menos que la propuesta original del Gobierno.
Multiplique este caso por cientos de miles de declaraciones, y le encargo la
debacle que se generará. La recaudación fiscal se irá a pique. En esta versión
sin FUT, la propuesta de los señores senadores es un feroz harakiri financiero;
un golpe brutal a la estabilidad económica de la nación; una propuesta, qué
duda cabe, absolutamente irresponsable.
¿Cómo
se hace viable la propuesta de los señores senadores? Muy simple: no
devolviendo los anticipos no usados. En dicho caso, la recaudación total que
queda en poder del Estado asciende a $ 23.856.681, levemente superior a la
propuesta original y bastante más alta que la recaudación actual. Ésa es la
forma, imagino, que cranearon los ágiles asesores de los senadores.
Pero no devolver los anticipos no usados
significa, ni más ni menos, que revivir al FUT. En tal circunstancia el
porfiado FUT, el duro de matar, el terco, el invencible, retornaría en gloria y
majestad. Se seguiría acumulando por toda la eternidad. Se volvería indestructible,
como Alien, o como Jason de Martes 13. Entonces, ¿en qué quedamos? ¿No dijeron
los señores senadores que su propuesta contemplaba el fin del FUT? ¿Qué pasó?
¿Se equivocaron o faltaron a la verdad? ¿O es que estaban pensando en la
primera alternativa, devolver los créditos no usados, sin considerar que con
ella masacraban a la caja fiscal? ¿Cuál es la verdad de la milanesa? Estará
usted de acuerdo conmigo en que los señores senadores tienen que darnos una
buena explicación.
Mientras
tanto, eso es lo que tenemos: una propuesta que hace agua, y cuyos arreglos
sólo la empeoran. ¿No será el momento de cortar por lo sano y des-integrar, de
una vez por todas, el sistema de impuesto a la renta? Como en los países
desarrollados, digo yo.
Le
dejo la interrogante. Piénselo. Es, sin ninguna duda, la mejor alternativa. Por
lejos. Aunque los señores senadores opinen distinto.
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