Carta pública al Presidente Gabriel Boric
CARTA PÚBLICA AL PRESIDENTE GABRIEL BORIC: ¿POR QUÉ, SI SE COMPROMETIÓ A
COMBATIR LOS ABUSOS DURANTE SU MANDATO, DECIDIÓ MANTENER EL PEOR DE
TODOS LOS QUE SE COMETEN CONTRA LOS AFILIADOS A LAS AFP?
Respetado Presidente:
Uno de los principales mensajes que nos trasmitió
en su primer discurso presidencial, y también en actos y entrevistas
posteriores, fue que usted y su gobierno lucharían contra la injusticia, la
discriminación, las violaciones a los derechos humanos y la enorme desigualdad
económica y social que nos afecta como país; que, en definitiva, combatirían
los abusos. Este es, además, uno de los compromisos más significativos
que usted asumió con todos nosotros, sus compatriotas, durante su campaña.
El abuso, entendido
como el uso del poder para obtener beneficios personales a costa de perjudicar
a otros, es un flagelo inaceptable en toda sociedad, pese a lo cual no
está prohibido de manera genérica en la normativa chilena. No solo eso:
el derecho de no ser abusado, con su correspondiente garantía
fundamental, tampoco figura en el artículo 19 de la Constitución vigente
y está por verse si figurará en la que viene. Peor aún, la institucionalidad
chilena es, en la mayoría de los casos, incapaz de detectarlo, transparentarlo,
corregirlo ni menos sancionarlo (¿se habrán percatado los integrantes de la CC y
los cientistas políticos de que ese, la indefensión de la inmensa mayoría de la
población frente a quienes detentan el poder económico, es el principal
problema de la CPR vigente y no el desequilibrio entre los distintos poderes
del Estado?).
No es casualidad, entonces, que
durante los últimos 50 años los abusos se hayan multiplicado y enquistado en
cada recoveco de nuestras instituciones, ni que exista a la fecha una lista
interminable que se perpetra a vista y paciencia de todos —previsionales,
tributarios (¡ufff!), financieros, apropiación de recursos naturales y bienes
públicos, desfalcos de dineros fiscales, violaciones reiteradas a los derechos
humanos, justicia solo para quienes pueden pagarla, discriminaciones varias, cohechos,
sobresueldos públicos, oligopolios, cargos políticos, ocultamiento de
información, corrupción generalizada, tráfico de drogas a destajo, zonas de
sacrificio ambiental, inequidad económica extrema, etc.—, la mayoría de las
veces con total impunidad (la que también, no faltaba más, es un grosero abuso).
Si no se toman medidas para combatir una plaga, si se niega incluso su
existencia, la infección se extenderá de manera inevitable.
En tan patético escenario, el combate
contra los abusos debiera ser un tema prioritario y un imperativo insoslayable
para su gobierno (también para la CC, pero esa es otra historia). Todos deben
ser identificados, transparentados, difundidos y eliminados con la mayor
urgencia posible. No existe justificación alguna, ni legal ni moral, para
ocultarlos, como se ha hecho hasta ahora, ni menos para mantenerlos. Ni
siquiera la necesaria gradualidad con la que tienen que efectuarse algunos
cambios puede servir de excusa. Moderación no significa impunidad ni carta
blanca. Nadie puede detentar el derecho de abusar de los demás ni tan
siquiera un segundo. Todos los abusos debieran ser extirpados de raíz
de la forma más inmediata posible, no importando las consecuencias que
dicho acto pueda tener para los abusadores.
Al respecto, no tengo duda alguna de
que ese ha sido siempre su propósito: beneficiar a sus millones de compatriotas
poniendo término a un sistema sustentado en el privilegio y en la concentración
del poder político y económico en manos de quienes lo han usado a destajo para
enriquecerse a costa de los demás.
Comprenderá usted, entonces, mi
asombro y desazón cuando le escuché en declaraciones recientes (Tolerancia Cero
y posteriores) que una de las razones por las cuales se opone a nuevos retiros
de los fondos de pensiones es que decidió
mantener el peor abuso que se comete desde hace décadas en
contra de los afiliados, en especial de los que se hallan en los fondos más
conservadores: obligarlos a financiar a viles tasas, a costa de jibarizar
sus pensiones, a los bancos y grandes empresas que conforman el mercado de
capitales chileno.
Lo ejemplificaré con los créditos
hipotecarios, traídos a colación en forma reiterada por su ministro de
hacienda. Sus tasas reducidas se explican porque los bancos los financian con
bonos de ínfimo costo que los fondos de pensiones más conservadores, el E en
específico, están obligados a adquirir. Pero eso trae como consecuencia
rentabilidades miserables para dichos fondos y afecta de manera muy grave el
monto de las pensiones. Es muy fácil comprobar que, de mantenerse las
rentabilidades promedio obtenidas por los fondos de pensiones durante los
últimos 20 años, los afiliados del fondo E obtendrán menos de la mitad de
la pensión de los del fondo A con las mismas cotizaciones.
No se requieren avanzados
conocimientos de economía para entender que este mecanismo, disminuir el costo
de los créditos hipotecarios a costa de las pensiones, es una evidente transferencia
de riqueza desde el sector más necesitado, los pensionados, a los bancos y a
los clientes de estos que cumplen con los requisitos para obtener financiamiento
a tasas reducidas, ¿verdad? Pues piense usted en los demás bonos de mínima
rentabilidad que los fondos de pensiones más conservadores deben comprarles a
los grandes grupos económicos para que estos obtengan con el dinero procedente
de su venta utilidades considerables. ¿No es eso también un cuantioso y
descarado traspaso de riqueza desde quienes más necesitan a los más
acaudalados?
Impedir retiros para perpetuar un
monstruoso abuso … Negarse a entregar un beneficio con la excusa de que se debe
mantener un perjuicio atroz… ¿De verdad, respetado Presidente, pretende
implementar ese tipo de políticas en su gobierno?
¿Y qué ocurrirá con todos los otros
feroces abusos que se perpetran contra los afiliados por medio del nefasto
sistema previsional? ¿Se les seguirá perjudicando por la vía de obligarlos a destinar parte de sus
cotizaciones al pago de comisiones de administración anticipadas,
provocándoles un evidente perjuicio financiero con el exclusivo propósito de
beneficiar a las AFP? Respecto de dichas comisiones, ¿se mantendrá el brutal
sobrepago en que ellos deben incurrir, que más que cuadruplica
los valores de mercado, con la misma exclusiva finalidad? ¿Continuará
funcionando el sistema de desinformación y ocultamiento de información
que las AFP, con la complicidad de la SP, operan con el exclusivo propósito de
impedir que los afiliados tomen conciencia de los abusos? ¿Persistirá el manejo
de las tablas de mortalidad y las proyecciones de rentabilidad de los fondos de
los pensionados para favorecer el negocio de las rentas vitalicias de
las compañías de seguros? ¿Se seguirán reteniendo de manera ilegal y
arbitraria los fondos de pensiones de los afiliados que residen en otros países,
con el exclusivo propósito de instalar en la opinión pública el convencimiento
de que los fondos de pensiones son intocables en toda circunstancia, pese a que
en dicho caso no existe interés público alguno involucrado, ya que la
garantía de seguridad social, que limita el derecho de propiedad de los
fondos de pensiones, está restringida solo a los habitantes de Chile?
¿Se perseverará en permitir la apropiación por parte de las AFP de las
comisiones anticipadas no consumidas por quienes se pensionan en forma
anticipada?
¿Qué ocurrirá con todos esos abusos,
respetado Presidente? Me resisto a creer que, al igual que el primero, también
decidió mantenerlos. Máxime si se considera que algunos de ellos no requieren
de cambios legales para ponerles término, como es el caso de la devolución de
los fondos a los afiliados que habitan otros países y, en especial, del ocultamiento
de información, donde bastaría que el nuevo superintendente de
pensiones —que usted designará en breve, según entiendo— instruya a las AFP
para que publiquen la información que permitiría a los afiliados conocer cuál
es la verdadera situación de sus inversiones previsionales
(destapar la olla, como se dice en el lenguaje común, y derribar este nefasto
sistema de una buena vez), pero que estas instituciones mantienen bajo siete
llaves desde hace 4 décadas.
Lo repito por su relevancia y
significación: terminar con el ocultamiento de información que las AFP
vienen efectuando desde hace 4 décadas, y derribar de paso el sistema, solo
depende de una decisión de la SP. Bastaría que el nuevo superintendente
disponga que las AFP publiquen la información que muestra la verdadera situación
de las cuentas previsionales de los afiliados y que hoy ocultan. Y, por
supuesto, aunque el superintendente es autónomo, usted puede solicitarle en
forma pública que lo haga, aprovechando de evidenciar el abuso. Sería un
excelente primer paso.
De manera que, ¿cuál será el camino
que tomará al respecto, respetado Presidente? ¿Permanecerán estos abusos
vigentes por algún lapso para «tranquilizar a los mercados» y así permitir que
los abusadores se ajusten en un «tiempo razonable»? ¿Pondrá en marcha
iniciativas destinadas a terminar con ellos de la forma más expedita posible? ¿O
es que, tal vez, algo no anda bien con su equipo de colaboradores y usted no ha
sido, todavía, bien informado?
Por si este último fuese el caso, y
dado que no he podido acceder ni a usted ni a su círculo cercano, me permito ofrecerle
por este intermedio una presentación donde se describen en detalle y se
comprueban los brutales abusos que se cometen contra todos los afiliados a
través del inmoral y expropiatorio sistema previsional vigente,
amparados por una normativa infame e instituciones negligentes e incompetentes
que hacen la vista gorda frente a ellos. Estará a su disposición y a la de sus
colaboradores cercanos, por un lapso prudente, por si le parece apropiado
requerírmela.
Por cierto, en ningún caso el listado
que ella contiene es exhaustivo, pero puede servirle de material complementario
para la vasta información que usted, de seguro, ya maneja en relación con el
tema. Para todos los casos expuestos, se identifica el abuso y a los
abusadores (esto es, a quienes se benefician de él), se explica en
qué consiste y por qué debe ser considerado como tal, se
comprueba y se proponen medidas para ponerle fin. Además,
se exploran las posibles causas que han generado esta verdadera cultura
del abuso por la que transita la sociedad chilena desde hace ya
demasiado tiempo, y se propone una solución global al tema previsional
que permitiría no solo terminar con los abusos y mejorar las pensiones de forma
sustancial, sino también reducir, incluso en el corto plazo, los índices de
desigualdad económica.
Espero que le interese conocerla, que
en dicho caso le sea útil y que contribuya en algo al éxito de su gestión, ya
que un excelente indicador para medirla sería considerar la cantidad de abusos
a los que fue capaz de poner término.
De verdad anhelo, respetado
Presidente electo, que el suyo sea un magnífico gobierno que, por el bien de
Chile y de todos los chilenos abusados (la inmensa mayoría), nos conduzca hacia
un país más justo y equitativo. Para esto, sin embargo, tiene la
obligación de responder a su compromiso y terminar con los abusos,
partiendo por ese deleznable cuya permanencia usted nos notificó hace algunas
semanas en Tolerancia Cero.
Y, no faltaba más, también debería definir
cómo el Estado chileno, cómplice durante décadas de estos abusos,
compensará a los afiliados a las AFP por haberlos obligado a soportarlos
durante tantos años y haberles ocasionado pérdidas tan cuantiosas como
consecuencia de ellos.
Salvo, por cierto, que usted, como
los anteriores gobernantes, también opte por hacer la vista gorda y favorecer a
los abusadores permitiendo que se sigan beneficiando a costa de despojar a los
pensionados.
Pero
esa sería una muy mala manera de partir con su gobierno y una excelente de
fallarse a sí mismo y, de paso, a quienes le acompañan en su misión y al resto
de sus compatriotas, ¿verdad?
Sergio
Fernández Figueroa
Ciudadano
chileno
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