La respuesta de la presidenta de las AFP a mi columna: cuando quien comete los abusos se encarga de confirmarlos
En su respuesta a mi columna La
gran farra previsional de Gabriel Boric —donde expuse que el sistema
previsional chileno es un compendio de feroces abusos que se perpetran en
contra de los afiliados a vista y paciencia de las instituciones encargadas de
proteger sus derechos (incluyendo entre estas a todos los parlamentarios y
autoridades que están en contra del cuarto retiro)—, la presidenta de las AFP, la
señora Alejandra Cox, señaló que ella contiene «una serie de imprecisiones y
confusiones, además de algunos errores». Para su desazón, no obstante, la
señora Cox está demasiado equivocada. Permítame comprobárselo exponiéndole
primero cuáles son los abusos que denuncié en mi columna, y evidenciando luego,
sin asomo de dudas y de una forma fácil de entender, las falacias y los serios
errores de que adolecen sus supuestas aclaraciones.
Los abusos previsionales que denuncié en mi columna
Denuncié que:
1. Los
afiliados estamos obligados a pagarles a las AFP comisiones de administración
que cuadruplican las que cobra el mercado. Durante 2020, de
hecho, pagamos 1.640 millones de dólares en comisiones por un servicio por el
que un fondo internacional —v.gr. Vanguard— nos habría cobrado no más de
400 millones de dólares, por lo que el sobrepago fue de, a lo menos, 1.240
millones de dólares.
2. La
comisión que se nos descuenta a los afiliados en cada cotización se cobra, sin
justificación alguna, de manera anticipada, permitiendo que las
AFP obtengan una jugosa ganancia financiera indebida a costa de las pensiones
de los afiliados. Esto, porque cualquier pago anticipado genera un beneficio a
quien lo recibe y un perjuicio equivalente a quien debe efectuarlo.
3. Las
AFP cobran a sus afiliados, también sin justificación alguna, una segunda
comisión por la administración de los fondos de pensiones: la denominada
«comisión fantasma». En consecuencia, existe un doble pago por ese servicio. En
efecto, en 2020 los afiliados pagamos a las AFP 740 mil millones de pesos en
comisiones «normales» y 460 mil millones de pesos en «comisiones fantasmas».
4. Las
AFP privilegian el interés de los grandes grupos económicos, que requieren
dinero de bajo costo, por sobre el de los afiliados, lo que explica las bajísimas
rentabilidades promedio de los fondos que administran, muy inferiores a los
promedios que registran los fondos internacionales.
5. Las
tablas de mortalidad y las proyecciones de rentabilidad de los fondos de
pensiones se manejan para favorecer el
negocio de las rentas vitalicias a costa de perjudicar las pensiones.
6. Las
AFP retienen en forma ilegal e inconstitucional los fondos de los afiliados que
residen en otros países, vulnerando sin justificación alguna y sin interés
común de por medio su derecho de propiedad.
7.
Las AFP,
con la complicidad de la SP, manejan todo un sistema de desinformación y
ocultamiento de información básica e imprescindible para los afiliados, con el
objeto de evitar que se enteren de la real situación de sus inversiones en los
fondos de pensiones.
8.
Las AFP
se apropian en forma indebida de las comisiones no devengadas de quienes se
pensionan en forma anticipada.
Y también dije:
9. Que
todos los abusos mencionados, que buscan favorecer a los grandes grupos
económicos y a las AFP a costa de las pensiones de los afiliados, son conocidos
y amparados por el gobierno, por los parlamentarios, economistas y expertos
previsionales.
10. Que
en tales circunstancias, los retiros de 10% no son una mala política pública,
sino una mínima compensación que el Estado les debe a los afiliados por haber
permitido y fomentado tanto abuso en su contra.
11. Que bastaría con cambiar la forma de pago de la comisión anticipada a vencida, suprimir las comisiones fantasmas y devolverles a los afiliados todas las comisiones anticipadas no devengadas para compensar con creces los efectos del cuarto retiro de 10% que se tramitó en el Parlamento.
12. Que la solución definitiva a todos estos abusos no es instaurar un sistema de reparto (una pésima alternativa), sino formar una sola gran AFP de propiedad de todos los afiliados, con un solo fondo, que cobre comisiones mínimas e invierta los fondos de pensiones en proyectos rentables que vayan en directo beneficio de los afiliados. Ello permitiría no solo mejorar las pensiones en forma sustancial, sino que contribuiría además a reducir la enorme desigualdad imperante.
¿Cuáles de todos esos abusos corresponderían, según la señora
Cox, a imprecisiones y confusiones?
La señora Cox no cuestiona todas
mis afirmaciones. Muy por el contrario, solo se refiere a las tres primeras, confirmando
con ello la validez de las 9 restantes. En síntesis:
1. En
cuanto a la afirmación 1, la señora Cox señala que es incorrecto
comparar las comisiones cobradas por las AFP con las que cobran las grandes
administradoras internacionales de fondos de pensiones, ya que estas últimas
serían fondos pasivos invertidos en un índice, y las AFP habrían obtenido desde
su lanzamiento retornos más altos que estos índices. Ese argumento, sin
embargo, es falso de falsedad absoluta, puesto que no es efectivo que las AFP
hayan obtenido retornos más altos que los índices más conocidos. Por el
contrario, los que obtuvieron son tan inferiores que resultan una vergüenza y
un verdadero escándalo. Ello se observa con absoluta claridad en la siguiente
tabla comparativa:
Como puede observarse con total claridad, la administración de las AFP ha sido tan deficiente, tan incapaz, de tan ínfimo nivel, que durante los últimos 10 años ni siquiera han sido capaces de alcanzar la mitad del retorno promedio de los principales índices estadounidenses. Cualquier fondo indexado habría obtenido más del doble del retorno de todos los fondos de pensiones durante ese período, y lo peor del caso es que lo habría hecho cobrando apenas la cuarta parte de las comisiones que nos han obligado a pagarles a las AFP. Esto es un verdadero desfalco, un grosero abuso de proporciones gigantescas, descomunales perpetrado por las AFP en contra de sus afiliados con la complicidad de todas las autoridades, incluyendo a quienes hoy tienen en sus manos la decisión de cuarto retiro. Hay que agradecer a la señora Cox porque ha permitido evidenciarlo de manera tan clara. Por cierto, ella necesita con urgencia cambiar a sus asesores, porque con la pésima información que le entregan la ponen en situaciones tan bochornosas como esta, a merced de cifras reales fáciles de obtener que la desmienten de manera categórica y definitiva.
2. Respecto de la afirmación 3, la señora Cox señala que las «comisiones fantasmas» son pagos legítimos a firmas especializadas que gestionan parte de los fondos para los trabajadores, y que sus montos son transparentes y están explicitados en la página web de la Superintendencia de Pensiones. Lo que no desmiente, no obstante, es que se trata, sin duda alguna, de una doble comisión que los afiliados a las AFP estamos obligados a pagar por la patética administración que ellas hacen de nuestros fondos de pensiones, pese a que desconocemos las razones por las cuales debemos pagarla. Eso ya de por sí es un brutal abuso, aunque esté permitido por la ley. La señora Cox tampoco desmiente que son comisiones que se rebajan en forma directa de dichos fondos, que no se registran en las cuentas individuales de los afiliados, y de las cuales desconocemos a qué administradoras se les pagan, quiénes son los propietarios de estas, qué comisión porcentual se les paga, cuál es la cartera que administran y a cuánto asciende su rentabilidad. Tampoco sabemos por qué alrededor de un 15% de tales «comisiones fantasmas» se pagan a administradoras de fondos de inversión chilenas. Y, por supuesto, desconocemos cuáles son los criterios que utiliza el superintendente de pensiones para establecer su límite y su aceptabilidad. Se trata, en suma, de un pozo oscuro que no solo debe eliminarse a la mayor brevedad, sino también iluminarse, ventilarse y transparentarse. De todas formas, no puedo dejar de trasmitirle mi sensación de que lo que se hallará en su interior será terrorífico.
3. Por último, en cuanto a la afirmación 2, la señora Cox manifiesta que cobrar las comisiones de administración de los fondos de pensiones de manera anticipada —esto es, antes de que se preste el servicio— y cobrarlas de manera vencida —vale decir, una vez que el servicio se ha prestado en las condiciones acordadas— son dos «modalidades alternativas» y que «en principio ninguno de los dos métodos es superior al otro». Agrega que «al transformar las comisiones cobradas en Chile sobre salarios, a su equivalente “por saldo”, las comisiones cobradas por las AFP chilenas son más que razonables». Ello, otra vez para desazón de la señora Cox, también es falso de falsedad absoluta, como se comprueba en el siguiente cuadro, donde se comparan ambos sistemas —el vigente, de comisión anticipada, con el que usa Vanguard, de comisión vencida— para el caso de un afiliado al fondo C de AFP Hábitat con un sueldo imponible de $ 500.000. La rentabilidad considerada es el promedio anual para el período septiembre 2002 – octubre 2021 que publica en su sitio web la SP para dicho fondo: 5,05%. El porcentaje anual de comisión vencida utilizado es el promedio de Vanguard: 0,19% anual (que se paga, ¡por favor, señora Cox!, en forma mensual y no todo al final de período). La cotización considerada es la misma para ambos sistemas: un 11,27% de la remuneración del afiliado, que es la que descontaría todos los meses en este caso AFP Hábitat.
Ok, mire las dos columnas
destacadas en amarillo y constate cómo se paga una comisión anticipada y una
vencida y cuál es la diferencia entre ambas. Queda claro, ¿verdad? Luego, mire
las cifras destacadas en naranjo para que dimensione el efecto financiero de
este abuso generado por la forma de cobro de la comisión —pérdida
en el caso de los afiliados y ganancia indebida en el de las AFP—.
Como puede apreciar, los 5,6 millones finales superan con creces el monto
máximo de un retiro de 10%.
Esta forma de cobro de las
comisiones es, por lo demás, la razón por la cual las AFP siguen administrando
los fondos de los afiliados que dejan de cotizar sin cobrarles comisiones
adicionales. No es porque los dueños y propietarios de dichas empresas sean
buenas personas, asunto más que discutible, sino porque las comisiones ¡ya
están todas pagadas!, hasta el mismo momento en que el afiliado se pensione.
De manera que aquí lo tiene, para
que quede claro de una vez y para siempre la feroz falacia que divulga con
impresionante desparpajo la señora Cox. Las comisiones anticipadas y las
vencidas no son «modalidades alternativas», y las vencidas son,
desde el punto de vista del afiliado, superiores en extremo a las anticipadas.
De hecho, estas ni siquiera merecen llamarse «método» porque son, de manera
definitiva, un descarado y grosero abuso en contra de los afiliados. Uno más de
tantos. De hecho, jamás debieron utilizarse. Si hubiésemos tenido autoridades
preocupadas de generar buenas pensiones y no de gestionar capital barato para
los bancos y grandes empresas, habrían sido eliminadas hace ya mucho tiempo. La
señora Cox, otra vez, nos alumbra al mencionar la razón por la cual se crearon
y comenzaron a usarse allá por 1981: porque «los saldos acumulados eran cero,
por lo que no podía establecerse una comisión sobre esa base». Se optó,
entonces, por permitir un abuso, y este se ha mantenido, gobiernos y
parlamentos mediante, vigente por 40 años.
No puedo terminar esta columna
sin referirme a las «comisiones sobre el salario»,
que es la denominación que utiliza la señora Cox para referirse a las
comisiones anticipadas. Si aparece por ahí un animal con cuerpo, pelaje, patas,
ojos, dientes y orejas de ratón, que además se mueve y chilla como un ratón y
que, más encima, habita en las cloacas, tal vez no sea un ratón, pero de seguro
no es una ciruela, como pretende convencernos la señora Cox. Al respecto, le
pido que repare en lo absurdo y ridículo que resulta que el precio de un
servicio, de cualquier servicio, sea calculado en proporción a la renta de
quien lo recibe. Si hasta el nombre elegido es grotesco: «comisiones sobre el
salario», como si el servicio que les estamos contratando y pagando a las AFP
fuese el de generar o administrar nuestras remuneraciones. En todo caso, menos
mal que no lo es, porque considerando su patético desempeño en la
administración de nuestros fondos de pensiones, si hubiesen administrado
nuestras remuneraciones habríamos estado liquidados.
Comentarios
Publicar un comentario