La gran mentira de las AFPs
¿Sabía
usted, estimado lector, que todas las rentabilidades reales de los Fondos de
Pensiones, publicadas tanto por la superintendencia de AFPs como por la
asociación que reúne a estas empresas, son falsas? ¿Sabía usted que ninguna de
ellas considera para su cálculo el pago que todos quienes cotizamos, hacemos
mes a mes a las AFPs por concepto de comisiones (son rentabilidades brutas, que
no consideran los costos necesarios para obtenerlas)? ¿Sabía, además, que pagamos
por concepto de comisiones en promedio un
14,1% de nuestras cotizaciones (y no un 1,41% como se nos informa)? ¿No lo
sabía? Pues entonces, permítame sorprenderlo con la noticia.
LOS VERDADEROS COSTOS
Le
explico cómo funciona el sistema, para que tenga clara la película. Mes a mes,
durante los primeros diez días, las empresas deben traspasar a las AFPs las
retenciones que efectuaron a sus trabajadores por concepto de cotizaciones
previsionales durante el mes anterior. Dichas empresas reciben las cotizaciones
y las dividen en dos partes: una que va a parar al fondo de pensiones (un 10%
de la remuneración imponible) y otra que NO PASA por el fondo de pensiones sino
que va a parar directamente a sus arcas, y que corresponde a las comisiones que
ellas cobran por administrar el fondo (en promedio, un 1,41% de la remuneración
imponible).
Lo
primero que usted debe tener claro al respecto, es que en cualquier tipo de
inversión los costos asociados se calculan y se informan en relación al monto
de lo invertido. Informarlos de otra manera, es distorsionar la información o,
lisa y llanamente, faltar a la verdad. Por ejemplo, cuando usted invierte en un
fondo mutuo, la administradora no le informa su comisión en relación a su renta
imponible (¿se imagina?), sino como porcentaje de la cifra que usted le encargó
administrar. En el caso de las cotizaciones previsionales, sin embargo, este
sencillo precepto se trasgrede de la forma más grosera y, lo peor de todo, con
la muda complacencia de todo nuestro sistema político y económico.
Porque
lo real y concreto es que, en promedio,
usted y yo les pagamos a las AFPs un 14,1% de nuestras cotizaciones, CADA VEZ
QUE COTIZAMOS. No pagamos un 1,41%, como falsamente nos informa la
Superintendencia de Pensiones, ya que este porcentaje está calculado sobre
nuestra remuneración total y, obviamente, no se la entregamos toda a la AFP
para que la administre. La mencionada Superintendencia, entonces, en contrario
a lo que indican las más elementales normas respecto de lo que se considera una
información veraz, falsea los hechos, y entrega una información distorsionada:
lo que dice es verdad; el problema es que no corresponde presentarlo así.
Profundicemos
en el tema, para que quede meridianamente claro. Las comisiones que cobran las
AFPs por administrar nuestros fondos de pensiones no son calculadas sobre el
monto acumulado en éstos (no fluctúan, en consecuencia, como éstos lo hacen); tampoco
son un porcentaje de la rentabilidad de los fondos (si así fuera, tal vez no
existirían rentabilidades negativas tan altas en algunos períodos). Son, en
promedio, un 14,1% DE LOS APORTES que efectuamos a lo largo de nuestra vida a
los fondos previsionales, que se paga por anticipado independientemente de que
haya o no rentabilidad y de cualquiera otra consideración.
La
cantidad de cuestionamientos que pueden hacerse contra tan singular método de
pago de comisiones, es elevada. Veamos sólo dos:
Su enorme costo: pagamos a las AFPs,
para que administren nuestros fondos mientras estamos cotizando, en promedio un
14,1% anual real anticipado. Asumiendo una tasa de inflación de un 4% anual, el
costo nominal es de 18,1% anticipado. Si lo llevamos a vencido, considerando
una rentabilidad de un 0,5% mensual, llegamos a un costo de 18,6% anual real
sobre nuestras cotizaciones, que equivale a poco más de un 1,5% mensual. Es
equivalente a pagar un crédito caro. Compárelo, por favor, con las tasas
vigentes para créditos hipotecarios. Compárelo con las comisiones que se cobran
para administrar los fondos mutuos. Compárelo con cualquier comisión. La
estricta verdad es que lo que nos cobran las AFPs, con el beneplácito, la
complacencia y complicidad de todo nuestro sistema político (¿ha notado que
alguien esté reclamando por este verdadero despojo?) es un escándalo (de hecho,
la AFP Modelo bajó la comisión a la mitad, e igual gana mucho, pero mucho
dinero). Se trata de un sistema que, con cualquier parámetro que lo mida, es
abismantemente caro. Un sistema abusivo en extremo. Digámoslo con todas sus letras: una sinvergüenzura.
La forma en que se calcula: Cada vez
que usted cotiza, debe pagarle a la AFP un 14,1% en promedio de su cotización.
Ésta no se calcula como un porcentaje del fondo que se está manejando, que
sería mucho más lógico; tampoco como una parte de la rentabilidad obtenida, que
sería mucho más justo. Es un pago libre de riesgo para la AFP. El fondo puede
perder dinero todos los meses, las inversiones pueden ser pésimas, la
administración de la peor especie, y la comisión se cobra igual, un brutal
porcentaje pagado por anticipado. El sueño del pibe para un administrador: haga
lo que haga, le pagamos igual, por muy malo que sea su cometido.
LAS VERDADERAS RENTABILIDADES
Por supuesto,
si usted hace el ejercicio de calcular las verdaderas rentabilidades que
obtienen los fondos de pensiones, incluyendo para ello el costo que significa
la comisión de administración, los resultados reales son muy, pero muy
diferentes. Hice el cálculo, por ejemplo, para una renta real imponible de $
400.000 mensuales, tomando las rentabilidades mensuales publicadas por la
Superintendencia (están publicadas en una forma que dificulta trabajar con
ellas, pero en fin…) y considerando el costo ya mencionado de las comisiones.
Consideré el período para el cual existe información mensual ―2006 en adelante,
hasta marzo de 2014― y supuse un cotizante que permanece activo y con la misma
renta durante todo ese lapso. Le presento las rentabilidades reales obtenidas
por cada uno de los fondos.
Nótese
que estamos hablando de rentabilidades obtenidas en todo el período
considerado, esto es, 8 años y 3 meses. No se trata de rentabilidades promedio
ni nada que se le parezca. Estamos comparando el total de lo invertido por el
trabajador contra el monto final obtenido después de 8 años y 3 meses de
administración.
El
resultado, como se puede apreciar fácilmente en las dos últimas líneas, es
brutalmente demoledor: nuestro sistema de AFP en ocho años y tres meses, apenas
salvó la plata. Un ahorrante, en ese lapso, perdió plata en el fondo A, no ganó
ni uno en el fondo B, y obtuvo rentabilidades miserables, menos de un 0,5%
anual real, en los restantes tres fondos. ¿Se da cuenta el maravilloso sistema
que tenemos?
LA COMPLACENCIA DEL ESTABLISHMENT
Lo
grave de esta situación, apreciado lector, es que se da con el conocimiento, el
beneplácito y la complacencia de nuestro establishment político económico en
pleno. Todos lo saben y lo aceptan de buen grado. Hay un pacto de silencio para
proteger al sistema. Nadie, ni siquiera los que se declaran enconados
opositores, lo denuncia; ni los MEOs, Velascos, Bachelets, Girardis, Pizarros o
Andrades, ni tampoco los nuevos paladines de la verdad y la justicia, los Jacksons,
Borics o Vallejos. Qué hablar de la UDI, RN y de las nuevas vertientes (Evópoli
y Amplitud), todas defensoras acérrimas del statu quo.
Michele
Bachelet debería tenerlo muy claro: o gobierna de una vez por todas para que
este país deje de ser un coto de caza de los grupos económicos, o sigue
haciendo lo mismo que han hecho sus antecesores (ella misma incluida):
implementar cambios que no toquen lo medular, para que todo siga igual como
hasta ese momento (como lo está haciendo, por lo demás, con la reforma
tributaria). Una AFP estatal no soluciona el problema. Éste hay que abordarlo a
fondo, desde sus mismos cimientos: cambiar de raíz los sistemas de comisiones,
revisar en detalle las políticas de inversiones, analizar por qué las
rentabilidades han caído de la forma que lo han hecho y el valor de los fondos
se ha vuelto tan fluctuante, revisar la conveniencia de seguir invirtiendo en
sociedades anónimas (¿resulta realmente rentable hacerlo?; sería de enorme
interés que la Superintendencia publicara un análisis al respecto). Por último,
si es racional desde el punto de vista de la desigualdad existente (Michelle
Bachelet mencionó la palabrita esta 14 veces en su discurso del 21 de mayo)
continuar con un sistema de capitalización individual, o asumir de una vez por
todas su rotundo fracaso y retornar a un sistema solidario (bien estudiado,
analizado, debatido, compartido y reflexionado; de ninguna manera impuesto, Michelle).
El
actual sistema de capitalización individual, estimado lector, es un sistema fracasado
y mentiroso. No nos enteramos de ello porque quienes han recibido el encargo de
la ciudadanía de controlarlo y resguardar su transparencia (los sucesivos
gobiernos), no cumplen con su función. Tampoco el de Michelle Bachelet. Por el
contrario, se encargan de desinformarnos en forma sistemática, ocultándonos
información básica respecto de lo que ocurre con nuestros fondos. ¿No será hora
de irle poniendo atajo a esta vergüenza? ¿No será hora, Michelle? Porque para
combatir la desigualdad, no basta con mencionar 14 veces la palabra en un
discurso. Hay que enfrentar los problemas que existen. Y éste, caramba que es
grave. ¿No hará nada al respecto?
Comentarios
Publicar un comentario