¿De verdad llegó el fin del FUT?
Alberto
Arenas, flamante ministro de Hacienda, lo dijo con todas sus letras hace pocos
días: “la reforma tributaria termina con el FUT, no hay duda de eso”. ¿Qué
significa, exactamente, dicha aseveración?
Para
responder a esta crucial interrogante (no es cosa menor que, tras 30 años de
vigencia, dicho mecanismo deje de existir), es preciso, previamente, definir
con claridad meridiana algunos conceptos. Veamos:
¿QUÉ ES EL FUT?
El
FUT (artículo 14 de la ley de la renta) es ni más ni menos que un registro
contable, al parecer único en el mundo, creado como consecuencia de una
singularidad de nuestra normativa tributaria: los impuestos que pagan las
empresas (primera categoría) NO son de beneficio fiscal, sino sólo meros anticipos
de los impuestos personales (global complementario y adicional) de sus
propietarios. Eso es lo que se denomina “sistema de impuestos integrados a la
renta”, y su justificación es, según quienes lo defienden e incluso se jactan
de él, “evitar la doble tributación (esto es, evitar que la misma utilidad
tribute dos veces, una por parte de la empresa y otra por la de sus
propietarios)”. En Chile, en consecuencia, las empresas NO tributan.
El
FUT es, podríamos decir, el mecanismo de implementación de este sistema. En él
se anotan (es nada más que un registro, no olvidemos), por un lado, la utilidad
de la empresa y la parte de ésta que sus propietarios retiran; y por otro, el
impuesto de primera categoría que corresponde a dicha utilidad y la parte de
éste que se descuenta (se usa como crédito) de los mencionados impuestos
personales.
Con
la perspicacia que lo caracteriza, estimado lector, seguro que no le ha pasado
desapercibido que la única forma de eliminar un registro —porque en eso consiste,
al final de todo, “terminar con el FUT”: en eliminar un registro—, es suprimir
la operación que le da origen.
¿CUÁL ES EL ORIGEN DEL FUT?
Este
punto es fundamental para analizar la afirmación del ministro. Contra lo que
muchos, erróneamente, creen, la existencia del FUT NO es un efecto de que de los
empresarios tributen sólo sobre las utilidades distribuidas (y no sobre
utilidades devengadas). No se elimina, en consecuencia, obligando a los
empresarios a pagar impuestos por los resultados totales que obtuvieron sus
empresas. El verdadero origen de este
registro es la condición de “pagos provisionales” o “anticipos por liquidar” que
poseen las utilidades de las empresas. Ya que al momento del pago del
impuesto de primera categoría, dicha operación no queda finiquitada, es
necesario reflejar este hecho en los registros de las empresas y en los del
SII. Ésa es la función del FUT, y es exactamente la misma si los empresarios
tributan sobre las utilidades retiradas o sobre las devengadas.
¿CÓMO SE ELIMINA EL FUT?
Como
todo en la vida, el FUT también se elimina suprimiendo la causa que lo genera.
Y dado que ella es el “sistema integrado de impuestos a la renta (esto es,
considerar el impuesto de primera categoría no como un tributo en sí mismo,
sino como un mero anticipo de los tributos personales de los empresarios)”, la única forma de eliminarlo es normando
para que el impuesto de primera categoría se transforme en un tributo, esto es,
para que pase a ser de beneficio fiscal.
EL FUT NO SE ELIMINA CON LA PROPUESTA DE LA
NUEVA MAYORÍA.
Nada
mejor que un ejemplo para clarificarlo:
Suponga
que la empresa A —que tiene un solo dueño, el señor B—, obtuvo en su primer año
de operación una utilidad de $ 100 millones, por lo que debió pagar al Fisco $
20 millones por concepto de impuesto de primera categoría (la tasa actual, le
recuerdo, es de 20%). Suponga, además, que el señor B retiró durante el período
$ 40 millones de dicha utilidad. En el registro FUT se anotarán, por una parte,
los $ 100 millones de utilidad y los $ 40 millones de retiros, que dejan un
saldo de $ 60 millones de utilidades que, habiendo tributado en primera
categoría, fueron reinvertidas (o no fueron retiradas por el señor B); y por
otra, los mencionados $ 20 millones de impuesto de primera categoría (que, como
hemos señalado, son anticipos de los impuestos personales), junto con el uso
parcial de éstos que hizo el señor B. Como éste retiró un 40% de las utilidades
totales, tiene derecho a usar el mismo porcentaje de los $ 20 millones como
crédito en su declaración de renta personal, esto es, $ 8 millones. El saldo
del FUT para el período siguiente será, entonces, de $ 60 millones de
utilidades no retiradas, y $ 12 millones de anticipos aún no utilizados como
crédito.
Ahora
bien, dado su monto de retiros, el global complementario del señor B asciende,
según la tabla vigente, a M$ 3.750. Como su crédito de primera categoría es de
$ 8 millones, él obtiene una devolución de M$ 4.250. En consecuencia, la
recaudación total del Fisco asciende a M$ 15.750 (los $ 12 millones que quedan
como anticipo en el registro FUT más el global complementario del señor B).
Suponga
ahora que el sistema vigente cambia y, como lo establece el programa de la
Nueva Mayoría, la tasa de primera categoría aumenta a un 25%, se mantiene el
“sistema integrado”, y los empresarios comienzan a pagar, con un tope de 35%,
tributos sobre las utilidades devengadas. Ello significaría que la empresa A
pagaría $ 25 millones por concepto de primera categoría, los que, como son un
anticipo o pago provisional, deben anotarse en un registro ad-hoc en la empresa
y en el SII. Dicho registro, amigo
lector, aunque usted le cambie de nombre, sigue siendo el viejo y detestado FUT
(¿Cómo es posible, Alberto Arenas? ¿No quedamos en que la reforma
tributaria terminaba con él?).
Ahora,
asumiendo que la tabla vigente de Global Complementario se mantiene y se rebaja
exclusivamente la tasa tope, el señor B tendría que pagar un Global
Complementario de M$ 23.297. Como en el registro
FUT (el mismo que, supuestamente, se elimina con la propuesta de la Nueva Mayoría)
hay un anticipo de $ 25 millones, al descontar el global complementario queda
un saldo de M$ 1.703, el que, supongo, se le devolverá al señor B, dejando el registro FUT (¡sí, el mismo otra vez!)
en cero.
Pero
hay mucho más paño que cortar aquí. ¿Qué ocurrió en términos de la caja fiscal?
La recaudación total del Fisco ascendió a M$ 23.297, esto es, M$ 7.548 más que
con el sistema actual. Dado que la intención manifiesta del nuevo gobierno es
recaudar más, pareciera ser que, pese a todo, el asunto funciona.
No
es tan así, sin embargo. Suponga usted que el contador del señor B es avispado
y le sugiere una pillería: dividir a propiedad en partes iguales con su esposa,
la señora B. En tal circunstancia, a cada uno le correspondería según la tabla
vigente, un Global Complementario de M$ 6.491. Como el crédito por primera
categoría es de M$ 12.500 por nuca, deberían devolverles a ambos (para dejar el
registro FUT en cero) M$ 6.009. En
tal caso, la recaudación total del Fisco ascendería a M$ 12.982, vale decir,
menor en M$ 2.767 que la que se obtendría con los parámetros actuales.
Por
cierto, si usted sigue los hábiles consejos del contador avispado aquel, puede
dividir aún más la propiedad, incorporando a los hijos, papás, abuelos, tíos,
sobrinos, etc., y su pago final de impuestos será aún menor. La siguiente tabla
muestra, para este ejemplo, la situación final en miles de $, considerando el
sistema actual y su modificación con 1, 2, 3, 4 y 5 propietarios en partes iguales:
ÍTEM
|
SITUACIÓN
ACTUAL
|
1
DUEÑO
|
2
DUEÑOS
|
3
DUEÑOS
|
4
DUEÑOS
|
5
DUEÑOS
|
Utilidad total
Impto. 1a Categoría
Retiro total
Crédito unitario
Gl. Compl. unitario.
Devolución unitaria
Devolución total
Recaudación total (1)
Diferencia
% sobre utilidad
|
100.000
20.000
40.000
8.000
3.749
4.251
4.251
15.749
0
15,7%
|
100.000
25.000
25.000
23.297
1.703
1.703
23.297
7.548
23,3%
|
100.000
25.000
12.500
6.491
6.009
12.010
12.982
(2.767)
13,0%
|
100.000
25.000
8.333
2.303
6.030
18.090
6.910
(8.839)
6,9%
|
100.000
25.000
6.250
1.178
5.072
20.288
4.712
(11.037)
4,7%
|
100.000
25.000
5.000
749
4.251
21.255
3.745
(12.004)
3,7%
|
(1) Recaudación total = Impuesto
de 1ª Categoría – Devolución total
¡ALARMA! NO SÓLO NO SE ELIMINA EL FUT, SINO
QUE HAY UN POSIBLE MEGADESASTRE TRIBUTARIO AD PORTAS
¿Se
da cuenta, estimado lector, del megadesastre que puede llegar a producirse con
el sistema que pretende instaurar la Nueva Mayoría? Un simple cambio en la
estructura de propiedad de las empresas provoca, dado lo absurdo de la
modificación que se pretende introducir, una brutal caída en la recaudación
efectiva. ¿Qué me dice? Y ésa es una martingala que, sin mucho esfuerzo (me
costó no más de un par de minutos, en realidad), se me vino a la mente. Imagine
todas las que, aparte de ésta, estarán creando los expertos tributarios de los
grupos económicos. Agréguele a esto la barbaridad de la depreciación
instantánea y la de los mayores incentivos al ahorro —la teoría tributaria
desaconseja los incentivos tributarios y sugiere que, de ser estrictamente necesarios,
deben ser muy limitados en el tiempo; ¿se habrán saltado esta parte de la
materia quienes diseñaron la propuesta de la Nueva Mayoría (porque ya sabemos
que los responsables de elaborar y mantener el sistema actual nunca la
leyeron)?—, y tenemos una combinación nefasta. Le auguro, sin ser pitoniso, una
verdadera debacle en la caja fiscal, si Michelle Bachelet persiste con su
irresponsable propuesta sin tomar los resguardos pertinentes. ¿Recursos para
una reforma educacional? Puede, desde ya, irse olvidando.
Por
cierto, no está demás fijarse en los porcentajes finales efectivos de
recaudación respecto de la utilidad de la empresa, que aparecen en la última
línea de la tabla anterior. Ante ellos cabe preguntarse, ¿puede considerarse
equitativo (y serio, además) un sistema tributario donde la misma empresa y sus
mismos propietarios (la familia B) enfrentan condiciones tan diferentes con
sólo variar la estructura de propiedad? A mí por lo menos (no sé qué pensará
usted, amigo lector), no me parece.
¿POR QUÉ DEBE ELIMINARSE EL “SISTEMA
INTEGRADO DE IMPUESTOS A LA RENTA”?
El
culpable directo de la situación que acabo de exponer es el “sistema integrado
de impuestos a la renta”, escandalosa creación de un grupo de tributaristas
neoliberales que es la que da origen al FUT y cuyo propósito primario era
disminuir los impuestos de los medianos y grandes empresarios, ayudando con
ello a acrecentar sus ingresos y, por ende, su riqueza. Es un sistema que debe
eliminarse (suprimiendo de paso al FUT) ya no presta ningún beneficio al país:
no beneficia a las empresas (es falso que incentive la reinversión, ya que las
empresas pagan los mismos impuestos que en un sistema no integrado) ni a la
gran mayoría del país. Por el contrario, perjudica a esta última, pues la
obliga a financiar los servicios públicos que se entregan en forma gratuita (lo
que se denomina, en economía, un subsidio) a las empresas. Es un sistema que
favorece sólo a los medianos y a los grandes empresarios, ya que permite que
las empresas les paguen sus impuestos personales. Por tal razón, fomenta la
inequidad. Está, además, tan absurdamente planteado, que no sólo permite, sino
que fomenta la elusión. Así, la
tributación de la renta se transforma en un ejercicio acerca de quién tiene las
mejores triquiñuelas para eludir. No serán quienes más tienen los que más
tributarán, sino quienes tienen peores asesores o quienes, por desconocimiento
o por ética, no se aprovecharán de los vericuetos de esta aberrante propuesta
de la Nueva Mayoría. ¿Equidad? ¿Justicia tributaria? Haga con ellas lo que
quiera, pero no aquí. Tales conceptos no tienen cabida en el sistema propuesto
por Michelle Bachelet.
¿FIN DEL FUT? ¿EQUIDAD TRIBUTARIA? ¿MAYOR
IGUALDAD? ESTÁ USTED BROMEANDO, ¿VERDAD?
Alberto
Arenas aseguró que el FUT se terminaba. Michelle Bachelet enfatizó, en su
primer discurso, que la equidad y el combate contra la desigualdad serían los
ejes de su gobierno. Nos prometió “una gran reforma tributaria, que consagrará
el principio de que quienes tienen más, contribuyan con más al bienestar de
todas y todos” (eso se
denomina equidad tributaria), y nos
instó a enfrentar juntos al único gran adversario que tiene Chile: la
desigualdad. Nada de eso hay en la propuesta de reforma tributaria que
conocemos, sin embargo. ¿Qué pasó? ¿Los compromisos se olvidan al instante
siguiente de haberlos formulado?
Quedan aún 94 días y es tiempo más que
suficiente para recapitular, y hacer lo que corresponde: una reforma tributaria
que sí termine con el FUT, que restablezca la equidad tributaria y que
contribuya al combate contra la desigualdad. Porque la que conocemos, no lo
hace, y llevarla adelante sería, de verdad, una muy mala forma de partir.
Y no queremos eso, ¿verdad Michelle?
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