Las mentiras de las AFP
¿Qué es una “mentira”?
Podemos definirla como “la acción de faltar a la verdad de manera
consciente”. Usted miente, estimado lector, cuando sabe que lo que va a trasmitir
es falso y, pese a ello, va y lo trasmite igual.
Establecido lo anterior, partamos señalando que para evaluar una inversión, cualquiera que sea esta, es indispensable contar con tres antecedentes básicos: su cuantía (a cuánto asciende), el resultado obtenido a partir de ella (si se ganó o se perdió plata) y, como consecuencia de ambos, la rentabilidad que ella ha generado.
Los tres son datos esenciales que
todo inversionista, hasta el más desaprensivo, debería conocer y revisar de
manera permanente. En particular los afiliados a las AFP que, por obra y gracia
del DL 3500, tenemos esa condición. La mencionada ley, como usted sabe, obliga
a todos quienes percibimos remuneraciones a invertir parte del fruto de nuestro
trabajo en los fondos de pensiones. Somos inversionistas forzados, cierto, pero
inversionistas, al fin y al cabo.
Pues bien, veamos qué clase de
inversionista es usted. ¿Maneja los mencionados antecedentes? ¿Sabe cuánto ha invertido, durante su vida
laboral, en los fondos de pensiones? ¿Conoce el resultado que ha obtenido su
inversión en dichos fondos? ¿Está al tanto de cuál es, a la fecha, la
rentabilidad real de esta?
Usted argumentará, con toda razón,
que los inversionistas previsionales no somos expertos financieros, por lo que
son las entidades que nos administran nuestras inversiones, las AFP, las que deben
entregarnos esos antecedentes. Lógico, ¿verdad? Los afiliados a las AFP tenemos
el derecho de conocer de manera oportuna toda la información pertinente acerca
de nuestras inversiones, y las AFP tienen la obligación de generarla,
mantenerla vigente y entregarla cada vez que les sea solicitada. Es lo que hace
un administrador competente, ¿no es cierto?
Ahora bien, ¿nos informan las AFP, a
una fecha determinada, cuánto hemos invertido en los fondos de pensiones, cuál
es el resultado que hemos obtenido y qué rentabilidad, como consecuencia de
ello, hemos logrado? ¿Lo hacen periódicamente? ¿Lo han hecho alguna vez?
Bueno… dirá usted, el sistema
entrega al menos dos de esos datos, y el tercero se puede deducir a partir de
ellos. La rentabilidad real es publicada, mensualmente, por la Superintendencia
de Pensiones en su sitio web. Es cosa de visitarlo y ya está. Respecto de la
cuantía de la inversión, dado que ella está conformada por las cotizaciones
mensuales, para conocer su total bastaría con recurrir al certificado de
cotizaciones que las AFP ponen a disposición de sus afiliados en sus propios sitios
web y sumar las cifras que allí aparecen. Y en cuanto al resultado, habría que
tomar el monto acumulado en la cuenta individual, disponible en el sitio web de
la AFP, restarle la inversión recién calculada y asunto concluido. Todo marcha
sobre ruedas, según parece.
Permítame sacarlo de su grave error.
La rentabilidad informada por la SP NO ES
Y NUNCA HA SIDO la obtenida por su
inversión en los fondos de pensiones; además, el certificado de cotizaciones
emitido por su AFP NO MUESTRA el
total de cotizaciones reales que usted ha efectuado y, en consecuencia, no le
sirve por sí solo para calcular la cuantía de su inversión; y, a causa de esto
último, NO SE PUEDE determinar el
resultado, ya que no se cuenta con uno de los datos indispensables para tal
efecto.
La dolorosa verdad es que usted,
señor inversionista previsional, nunca ha sido informado por su AFP del monto total
que ha cotizado, ni del verdadero resultado ni de la rentabilidad real que ha
obtenido a partir de él. La cuantía de
su inversión previsional, el resultado generado y la rentabilidad obtenida son
datos que las AFP han mantenido ocultos a sus afiliados, con la complicidad de
la Superintendencia de Pensiones, desde los inicios del sistema.
Se lo aclaro a continuación.
LOS
VERDADEROS INDICADORES DE SU INVERSIÓN PREVISIONAL
Si cliquea aquí, encontrará una planilla Excel de mi
elaboración que le permitirá, siguiendo las instrucciones de llenado que allí
figuran, determinar los tres indicadores mencionados: el total de cotizaciones actualizadas que ha efectuado hasta el 31 de
agosto del presente año, el resultado que ha obtenido su inversión a dicha
fecha y, como consecuencia de ambos, la rentabilidad real obtenida hasta ese
momento.
¿Cómo funciona el programa? Su
mecánica es bastante simple. Primero, actualiza todas sus cotizaciones, según la variación de la UF, y las suma,
determinando con ello la inversión total
que usted ha efectuado. La actualización se efectúa al 31 de agosto para
poder compararla con el saldo de su cuenta, que está certificado a dicha fecha
en su última cartola cuatrimestral. En segundo lugar, determina el resultado efectivo que usted ha
obtenido a la fecha indicada, —esto es, cuánto dinero ha ganado (o
perdido) como consecuencia de su inversión—, simplemente restando la
inversión actualizada del saldo indicado en la cartola cuatrimestral. Por
último, calcula su rentabilidad real,
tanto la global como su promedio mensual y anual, comparando el resultado
obtenido con la inversión efectuada (que es, como ya dijimos, la forma correcta
de hacerlo).
Dese un tiempo para ingresar los
datos que se piden, todos provenientes
de fuentes oficiales, y compare los resultados con la información oficial.
Le anticipo que la rentabilidad promedio que efectivamente usted ha obtenido
será considerablemente menor que la informada por la SP; que la inversión real
que usted ha efectuado totalizará bastante más que lo que figura en el certificado
de cotizaciones que emiten las AFP; y que el resultado será, en muchos casos,
muy exiguo e, incluso, negativo, para aquellas personas que han trabajado menos
de siete años y están afiliadas a alguna de las AFP más caras (Cuprum, Provida,
Capital y Hábitat).
Y, por favor, difunda esta planilla,
de manera que sean muchos los afiliados que comprueben, con cifras basadas en
datos oficiales, el engaño del que hemos sido objetos por todos estos años.
Vamos ahora a las mentiras.
LA
MENTIRA DEL CERTIFICADO DE COMISIONES
Todos los meses, los afiliados al
sistema pagamos de nuestro bolsillo dos
cotizaciones: la llamada “obligatoria”, que asciende a un 10% del sueldo
imponible, y la denominada “adicional” o “cotización por comisión”, que también
es obligatoria y cuyo importe se destina a pagar las comisiones que nos cobran
las AFP. Esta última, como sabemos, varía por AFP. Va desde un 0,41% del
sueldo, que pagan los afiliados a Planvital, hasta un 1,48%, que deben asumir
quienes se hallan en Cuprum. Como es obvio, su cotización total —esto
es, lo que usted invierte en el sistema
de AFP—
es la suma de ambas. Si usted está en Cuprum, por ejemplo, no cotiza el 10% de
su renta sino el 11,48%. Por consiguiente, cualquier certificado de cotizaciones respetable, decente, veraz, que
certifique lo realmente cotizado, debería detallar las dos, tanto la
“obligatoria” como la “adicional”, ¿verdad? Si usted certifica las cotizaciones
efectuadas (certificar significa, según la RAE, hacer constar por escrito una
realidad de hecho), tiene que certificarlas todas. Si no lo hace, está
certificando, dando por cierto, algo falso.
No obstante, las AFP certifican solo
las cotizaciones llamadas “obligatorias” (esta es una denominación muy curiosa
puesto que, le reitero, la cotización adicional o por comisión también es
obligatoria). En el certificado de cotizaciones que emiten solo figuran las que
corresponden al 10% y no las que se destinan a pagar comisiones. Como si estas
últimas no existieran. Como si jamás las hubiésemos pagado.
Pero eso no es todo. Dado que las
cotizaciones que figuran en el mencionado certificado se presentan en pesos del
momento en el que se efectuaron (esto es, no están actualizadas), no son sumables. Usted no puede llegar
y adicionar $ 100.000 de hace veinte años con $ 100.000 de hoy. Sería como
sumar peras con manzanas. Los primeros $ 100.000 equivalen, debido a la
desvalorización que sufre la moneda con el tiempo, a un monto muy superior en
pesos actuales ($ 194.175, si se los corrige según la variación de la UF
experimentada entre el 31 de octubre de 1997 y la misma fecha del presente
año).
La conclusión es lapidaria. Las AFP,
con el respaldo oficial de la SP, certifican información incompleta y
desactualizada. Lo que usted ha cotizado a lo largo de su vida laboral NO ES lo que le certifica su AFP. Usted
ha cotizado más que eso. Mucho más. Las
AFP, con el respaldo de la SP, certifican información falsa respecto de cuáles
son nuestras reales cotizaciones. Las AFP, con el respaldo de la SP, mienten
acerca de cuáles son los verdaderos montos que los afiliados hemos cotizado.
Mienten acerca de cuál es el verdadero monto de nuestra inversión previsional.
En consecuencia, si usted quiere
saber cuánto es lo que ha cotizado hasta la fecha, el certificado no le sirve,
porque no certifica todas sus cotizaciones y porque las que certifica, tampoco
las presenta a su valor real. Lo lamentable del caso es que las AFP no entregan
ningún otro documento alternativo que nos permita conocer ese dato, impidiendo
con ello que los afiliados conozcamos cuánto es el monto actualizado que hemos
invertido hasta la fecha en el sistema previsional.
LA
MENTIRA DE LA RENTABILIDAD
Veamos ahora la rentabilidad.
Previo, solo para uniformar conocimientos, revisemos la definición de este
concepto básico. La rentabilidad de una
inversión es una comparación entre el beneficio obtenido a partir de ella y el
monto total invertido para obtenerlo. Puede usted, si le parece, revisarla
en cualquier texto de finanzas, ya sea básico o avanzado. Los diccionarios
financieros también sirven, al igual que Wikipedia.
¿Cuál es “el beneficio obtenido”?
Pues, la diferencia entre la cifra total acumulada como resultado de la
inversión, y el monto de esta última. Por ejemplo, si usted invirtió 100 y,
como consecuencia de ello, reunió 120, el beneficio es 20. Así de sencillo.
Y, ¿cuál sería la rentabilidad, en
este ejemplo? Para obtenerla, usted debe comparar el beneficio, 20, con la
inversión efectuada para obtenerlo, 100. ¿Cuánto representa aquel respecto de
esta? Correcto, un 20%.
Por cierto, esa es la rentabilidad
total, pero ella podría haberse obtenido en diferentes lapsos. No es lo mismo
que se genere en un año —en cuyo caso tendríamos una rentabilidad de un 20% anual— a
que lo haga en 2, 3, 5 o 10. De allí nace el concepto de “tasa de rentabilidad
promedio”, que es aquella tasa compuesta que, al aplicarla sobre la inversión
en cada período, permite alcanzar el monto acumulado. Dependiendo del período a
considerar, tenemos tasa promedio anual o mensual (o trimestral, semestral o lo
que sea).
Apliquemos, ahora, este concepto —que
es, reitero, un concepto de finanzas básicas— a nuestra situación
previsional. ¿Nos informan las AFP o la SP las verdaderas rentabilidades,
calculadas de la forma indicada, que ha obtenido nuestra inversión? Pues, no.
No lo hacen y nunca lo han hecho. La verdadera rentabilidad que obtiene su
inversión previsional es un antecedente desconocido para el afiliado. Es un
dato que jamás, ni siquiera una vez, ha aparecido en sus cartolas
cuatrimestrales. La verdadera
rentabilidad de su cuenta individual es un antecedente que los afiliados
desconocen porque las AFP, con el respaldo y la complicidad de la SP, se lo mantienen
oculto durante toda su vida laboral.
Pero ¿qué es entonces lo que
informa, con tanto bombo, la SP en su sitio web? Pues, ella informa las
rentabilidades que obtienen los fondos de pensiones, los cuales están
conformados solo por las cotizaciones
obligatorias de los afiliados y los intereses ganados por ellas. No son SUS rentabilidades, estimado lector,
las que le muestra la SP. Ningún afiliado ha obtenido jamás semejantes
retornos. Lo que publica la SP son rentabilidades que no se obtienen comparando
los montos acumulados con la inversión total efectuada para conseguirlos (recuerde
la definición de rentabilidad) sino solo con una parte de ella. Son las
rentabilidades que usted, yo y cualquier afiliado habríamos obtenido con
nuestras “cotizaciones obligatorias” (solo con el 10%) si no hubiésemos pagado comisiones a las AFP por su administración (o,
en otras palabras, si dichas
instituciones nos hubiesen administrado los fondos de manera gratuita). Pero
sabemos que eso nos es así, ¿verdad?
Lo aclararé con un ejemplo. Suponga
que usted compró una casa en $ 100 millones y la vendió un mes después en $ 120
millones. Suponga, además, que las comisiones de corretaje sumaron $ 30
millones. Como puede apreciar, su inversión total habría sido de $ 130 millones
y, en consecuencia, habría tenido un beneficio negativo, una pérdida, de $ 10
millones. ¿Qué certificaría su AFP en este caso? Pues, certificaría que su
inversión fue ¡solo de $100 millones! ¡Dejaría los $ 30 millones de comisiones
afuera! ¡Le mentiría respecto de cuál fue su aporte real! Y, ¿qué le informaría
la SP respecto de su rentabilidad? Pues, que esta fue de un 20%. ¡También
dejaría las comisiones afuera! ¡También le mentiría respecto de cuál fue la
real rentabilidad de su inversión! Así, de esa perversa manera, funciona este
sistemita.
De manera que estamos en presencia
de tres brutales mentiras oficiales, dos de ellas por acción y una por omisión.
Por una parte, la SP nos miente cada vez
que publica las rentabilidades, pues en los cálculos que efectúa omite los
costos incurridos por los afiliados para obtenerlas. La triste verdad es
que ningún afiliado ha obtenido jamás las rentabilidades infladas que ella
informa. Por otra, las AFP nos mienten
cada vez que certifican las cotizaciones efectuadas, ya que no las actualizan y
omiten las que efectuamos para pagar sus comisiones. La penosa realidad es
que lo que certifican las AFP, respaldadas por la SP, respecto de las
cotizaciones de sus afiliados, es información incompleta, desactualizada y, por
consiguiente, falsa. Y, finalmente, tanto la SP como las AFP nos mienten al no
publicar los verdaderos indicadores —monto de la inversión, resultado
obtenido y rentabilidad real— de nuestras cuentas individuales. Nos
mienten al mantenernos desinformados. Porque
el silenciar una verdad que debiera, necesariamente, ser conocida, también es
una forma de mentir.
Desde luego, a todo lo anterior hay
que agregar el peliagudo tema de los derechos y las obligaciones.
LAS
OTRAS MENTIRAS
Ahora bien, como usted comprenderá,
si una información es falsa, todo lo que se desprenda de ella también lo es.
Todas las tablas, gráficos y estadísticas que publican las AFP acerca de las
rentabilidades obtenidas por el sistema son falsas. Ni usted ni ningún afiliado
ha obtenido NUNCA esas rentabilidades. Le reitero, esas serían las que
obtendrían nuestras “cotizaciones obligatorias” si no hubiésemos pagado comisiones de administración. ¿Las
comparaciones entre AFP en base a la rentabilidad obtenida? Monstruosamente
falsas, porque ningún afiliado ha obtenido JAMÁS esas rentabilidades y porque
si el cálculo se hiciera como corresponde, considerando las comisiones pagadas
a las AFP, el orden sería muy diferente (Planvital lideraría todas las
estadísticas, seguido por Modelo). ¿Ese gráfico donde se muestra que si un
afiliado hubiese depositado una UF al comienzo del sistema tendría hoy 16 UF y
fracción? Falso. La cruda realidad es que, si alguien hubiese depositado solo una
UF al comienzo del sistema, hoy no tendría nada. La UF completa se le habría
ido en pago de comisiones (en los comienzos del sistema había suculentas
comisiones fijas). Y así sucesivamente. Todo un universo de falsedades armado
para soportar un sistema que necesita de la mentira institucionalizada para
poder seguir subsistiendo.
Mentiras, puras mentiras. Como
señaló Piñera, atribuyéndolo equivocadamente a Lenin, “miente, miente, que algo
queda” (no se puede acusar al candidato de mentiroso por ese desliz, no
obstante, ya que ignoraba el dato real; carrilero o chamullento son
calificativos más adecuados en este caso).
Grave, ¿verdad? Todo un sistema
previsional que descansa en la mentira. ¿Cómo lo haya?
Así que en esas estamos. Como dice
un amigo mío, defecados y sin novedad (no lo dice exactamente así, pero en
fin…). Imagínese, si nos ocultan información básica, ¿qué otro tipo de
información nos ocultarán? ¿Las comisiones que, con cargo a nuestra
rentabilidad, podrían estarles pagando a intermediarios relacionados, por
ejemplo? ¿Tal vez inversiones con precios inflados? ¿Tal vez colusiones para
derribar la rentabilidad de algún fondo y acrecentar la de otro, con el
propósito de torpedear la credibilidad de los detractores? Cualquier cosa puede
ser posible.
Si uno se pone a pensar mal…
¿POR
QUÉ MIENTEN LAS AFP Y LA SP?
Es la pregunta que cabe hacerse a
estas alturas. ¿Cuál es la razón que empuja a estas entidades a difundir y
certificar información falsa? Porque tiene que haber una, ¿no es verdad? Nadie
arma todo un tinglado de mentiras si no tiene una motivación contundente para
hacerlo. ¿Cuál es aquella tan poderosa que es capaz de aunar esfuerzos
públicos, la SP, y privados, las AFP y su séquito de defensores a sueldo, para
desinformar a los afiliados?
Pues, hay una muy poderosa. Es la
que utiliza todo sistema corrupto para seguir subsistiendo: impedir que los abusados tengan conciencia
de los abusos a los que son sometidos.
Porque
ha de saber usted, señor afiliado, que el sistema previsional chileno es un sistema
corrupto, que descansa en el abuso cometido por unas pocas empresas, con el
respaldo de la autoridad, en contra de los millones de asalariados chilenos.
LAS
AFP: UN SISTEMA PREVISIONAL CORRUPTO
Transparencia Internacional define
la corrupción de manera escueta pero contundente: es el abuso del poder en beneficio propio.
Por cierto, está implícito en tal
definición que, como todo abuso, conlleva necesariamente un perjuicio para los
abusados; y que el beneficio no solo podría ser propio, sino también en favor
de algún tercero (en cuyo caso se trataría de un beneficio propio indirecto).
Para dejarlo claro, un acto de
corrupción como el incremento que Ricardo Lagos efectuó en su propio sueldo, en
las dietas parlamentarias, y en los sueldos de sus ministros y jefes de
servicios, fue un abuso de poder en directo beneficio de los abusadores (que
hasta hoy no ha sido corregido). En cambio, el goodwill tributario, un acto de corrupción tanto o más grosero que
el anterior perpetrado por Sebastián Piñera (y que tampoco ha sido corregido
hasta la fecha), lo fue en beneficio de un determinado grupo de empresas (y de
los propietarios de las mismas, por cierto, que pudieron vender sus acciones a
un mejor precio), en cuyas contabilidades y registros de accionistas habría que
escarbar para determinar la forma en que se compensó a sus autores.
Ahora bien, ¿cuáles son los abusos de
poder perpetrados por las AFP, con el respaldo del sistema político, en contra
de sus afiliados y de todos los chilenos?
Dos son los principales. Dada la
extensión del artículo, me limitaré solo a mencionarlos y los explicaré detalladamente
en otro artículo posterior:
1.- La comisión de administración
que el DL 3500 nos obliga a pagarle a las AFP anticipadamente, esto es,
antes de recibir el servicio por el que estamos pagando, por ¡¡¡35 años!!! (¿Se da cuenta de lo
que esto significa? Imagínese pagando 35 años de agua o luz en forma
anticipada).
2.- El uso de parte de las
remuneraciones de todos los trabajadores chilenos para financiar, a bajísimo
costo, a los grandes grupos económicos.
Ambos son abusos brutales. Cualquier
modificación que se haga en el sistema de AFP debería partir por eliminarlos
(no hay que suprimir el sistema de ahorro individual, eso no tiene viabilidad
alguna; los amigos del FA y de No + AFP están equivocados al respecto; hay
soluciones mucho mejores, tanto para los afiliados como para el país). El
primero, en particular, afecta directamente el bolsillo (y, en consecuencia, la
pensión) de los afiliados, ya que las cotizaciones adicionales, al ir
directamente al bolsillo de las AFP, no les generan rentabilidad alguna. La inmediata eliminación de la comisión
anticipada que se paga a las AFP, por 35 años, en cada cotización y su
reemplazo por una comisión de administración vencida pagada sobre el saldo
administrado, debería ser uno de los principales temas de campaña de esta
segunda vuelta presidencial.
¿QUÉ
PODEMOS HACER AL RESPECTO?
Lo invito a iniciar una campaña en
contra de estos abusos. ¿Cómo? En primer lugar, vaya a la página web de su AFP
y, en la sección correspondiente, solicite formalmente que le certifiquen, debidamente
actualizadas y totalizadas al 31 de agosto de 2017, todas las cotizaciones que
ha pagado, tanto las obligatorias como las adicionales; y que le certifiquen también
el resultado y la rentabilidad promedio anual obtenidos a dicha fecha, en relación con dicho monto invertido.
Su AFP probablemente le contestará
que no tiene esa información, pero que tiene otra. Es muy posible que le adjunte
un informe con las rentabilidades históricas de su fondo (que se calculan sin
considerar los costos incurridos para lograrlas, recuerde), entre otras perlas
por el estilo. Una vez que tenga la respuesta, recurra a la SP, reiterando su
solicitud. Este organismo público que, como ya sabemos, es cómplice en esta
historia, derivará la consulta a la AFP, lo que nos devolverá al punto
anterior. Pues bien, cuando ello ocurra, usted estará en condiciones de
interponer un recurso de protección, solicitando la intervención del poder
judicial para que su derecho de disponer de esa información básica e
indispensable le sea reconocido y ella comience a serle entregada. Al respecto,
me comprometo a publicar un primer borrador del mismo para que algún abogado
interesado lo perfeccione desde el punto de vista legal.
Por mientras, recurra a todos los
medios que conoce para presionar a los candidatos. La comisión anticipada que
les pagamos a las AFP debe terminarse ahora ya. De una vez y para siempre.
Y cuando vaya a votar, considere
cuál es la posición de cada uno de los postulantes en esta materia. Dependiendo
de ella sabrá si están a favor de los abusos o de los abusados; si están por
proteger los derechos de los afiliados o los intereses espurios de las AFP. Es
un dato relevante y muy ilustrativo. ¿Qué intereses protege su candidato?
Téngalo en cuenta en el interior de la urna, ¿ya?
Nos estamos comunicando.
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