Jauja... ¿un país desarrollado?
Permítanme
presentarles a Jauja, un país de 17 millones de habitantes (contados mediante
un censo bien efectuado, hay que decirlo) que colinda con Ningunaparte,
Nosedonde y Aquinohaynada, y cuyo PIB pasó de US$ 360 mil millones en el 2011 a
US$ 400 mil millones el 2012.
Ocurre
que Jauja es una monarquía absoluta y su rey, Neoliberato I eI Grande, amo y
señor indiscutido, recibe el 80% de dicho PIB (el PIB y el Ingreso Nacional
coinciden, ya que Jauja no recibe inversión extranjera ni tiene intereses en el
exterior). Hay un grupo de grandes señores de la nobleza que se reparten un 15%,
1 millón de funcionarios públicos que perciben un 4%, y poco menos de 16
millones que son esclavos y, entre alimentos y ropajes, reciben lo que sobra.
Durante
el año, en un acto supremo de benevolencia y solidaridad, Neoliberato entregó a
sus esclavos, en una emotiva ceremonia, la propiedad de los sucuchos donde, una
vez cumplidas sus 18 horas de trabajo, ellos pernoctan hacinados. Quiso con
eso, tal vez, compensar el hecho de que la población, producto del excesivo
trabajo y las pésimas condiciones de vida, se haya mantenido estable entre un
año y otro.
Las cifras macroeconómicas de Jauja son
excelentes, un verdadero círculo virtuoso de su economía (¿dónde oí esa
expresión antes?): pleno empleo, un 100% de familias propietarias de sus
viviendas y una tasa de crecimiento del PIB de un 11,1%. Extraordinarias, sin
duda. Y ¡oh sorpresa! un PIB per cápita de US$ 23.529, que lo transforma, según
los criterios de nuestras actuales autoridades (y, al parecer, también del
principal bloque opositor, no lo tengo del todo claro), en un país
desarrollado.
Neoliberato y sus cercanos, orgullosos de
tales guarismos, los destacan cada vez que pueden. No cualquiera alcanza el
desarrollo. Para ellos, el modelo económico que ha permitido lograrlas es
sagrado. Cuando algunas voces disidentes (moscas las llaman: nunca faltan, son
terriblemente molestas y lo ensucian todo) se alzan para hablar de desigualdad,
arremeten argumentando que ésta proviene de la naturaleza (alguno por ahí
responsabiliza a Dios) y que, en consecuencia, no es solucionable con la
intervención humana. Cuando las mencionadas voces critican el modelo, lo
defienden recurriendo a las cifras macroeconómicas y a la cantidad de
automóviles que circulan en las calles. Cuando se cuestiona la existencia de
esclavos, arguyen que su liberación pondría en peligro todo lo obtenido, que
sería un golpe mortal al crecimiento. Por lo demás, señalan con vehemencia, éstos
no pueden estar disconformes con su situación. Después de todo, ella ha
mejorado notablemente: ya no se les azota ni se dispone de sus mujeres cuando
uno quiere. Incluso beben leche una vez a la semana.
Lo importante, claro, es mantener todo
como está (no se modifica aquello que funciona bien). Sólo así Jauja seguirá
creciendo y mejorando las condiciones de vida de sus habitantes.
De los que merecen ese nombre, por
cierto. ¿Los esclavos? Ésa es harina de otro costal.
Comentarios
Publicar un comentario